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Por Ricardo Otero.
El Mundial de futbol es el segundo evento deportivo más grande capaz de reunir a naciones de todos los continentes. Se trata del deporte más popular del mundo y del punto climático que cada cuatro años se le regala a este amplísimo sector de la población del planeta.
Además, genera un monopolio informativo en cualquiera que sea la plataforma. Hasta el 13 de julio comeremos, beberemos y soñaremos futbol, nos guste o no.
Por eso elegí 10 perfiles de personas, que pueden o no ser aficionados al futbol, para decirles por qué ver o al menos estar atentos al Mundial. A quienes no lo son, mi recomendación máxima es la misma que daría el gran Kalimán: «serenidad y paciencia».
El adicto futbolero: no necesita mucha explicación, 64 partidos con la mayoría (no todos, hay que decirlo) de los mejores futbolistas del mundo en 31 días es una oferta que el aficionado promedio no puede resistir, no digamos el adicto al balón.
El antifutbolero: aquí es donde empiezan los problemas. Durante el próximo mes estaremos saturados de información de futbol, desde los partidos mismos hasta las notas intrascendentes de los barrenderos de los estadios y –sí, también– el paupérrimo humor de los “comediantes” mexicanos. El panorama lucirá muy triste para ti, pero como la conversación estará prácticamente monopolizada por el balón, te recomiendo resignarte y tratar de unirte. Si tienes humor ácido podrás pasar estos días con más elegancia.
El nostálgico: los que ya cruzamos el umbral del tercer piso tenemos recuerdos desde, al menos, Italia 1990. Cada vez con más empeño nos acordamos de figuras como Matthäus, Romario, Bebeto, Baggio… Y no quiero imaginarme lo que recuerdan nuestros padres. El futbol –y el deporte en general– da historias que adquieren más valor con el paso del tiempo.
El estadístico: frikis de los números, tienen este y 19 Mundiales previos para jugar. No van a tener llenadera, se los aseguro.
El femenino: dicen las que saben que los italianos, alemanes, suizos, españoles e incluso algún argentino salido del corral les pueden llenar las pupilas. En arranques de mayor sinceridad, afirman que las piernas y los traseros se convierten en los motores, no del juego, sino del deseo. El Mundial de futbol es un escaparate para dejar salir a jugar a los pensamientos lujuriosos de las mujeres. No sabría decirles si es cierto de viva voz, ya que los futbolistas no son mi tipo.
El cultural: un evento deportivo mayor, en lo que encajan principalmente Mundial de futbol y Juegos Olímpicos, es una ventana al país organizador. Es cierto, en últimas ediciones la televisión ha privilegiado el humor raquítico, pero sabiéndole rascar hay buenos contenidos por encontrarse. Recomiendo para ello buscar en los canales de TV de paga.
El internacionalista: Brasil particularmente será la ventana al mundo de la realidad latinoamericana en los próximos días. Habrán protestas y quejas de muchos sectores de la población. Valdrá la pena estar atento a estas noticias. También es parte del Mundial.
El geek: esta Copa del Mundo tendrá una presencia mayor de público en las redes sociales, aplicaciones móviles y toda clase de tecnología al servicio del evento.
El marketero: ligado un poco al estadístico y al geek, el marketero está desde ya muy atento a los movimientos de las masas, spots de las marcas, hashtags, promociones. Es impresionante como el comercio –al menos en México– se arremolina alrededor del balón.
El comunicólogo: desde el narrador de clóset hasta el tuitero desenfrenado, en el Mundial todos somos expertos en futbol, en Brasil y su cultura, en producción de televisión y todos somos mejores técnicos que Miguel Herrera. Memes everywhere. Como diría José Luis Rodríguez “El Puma”: agárrense de las manos.
Ricardo Otero es autor del libro 50 historias del deporte mexicano, ha colaborado en medios como Reforma, TDN y TDW Radio; y narrará partidos de fútbol durante el Mundial para Terra.