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“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción”, anuncia la película “Güeros”, ganadora en la Berlinale dentro de la categoría Mejor Ópera Prima, así como en diversos festivales internacionales. Más allá de eso, podríamos decir que “Güeros” es el fruto de lo que el cine mexicano ha cosechado, y es realmente el esfuerzo por impulsar un nuevo cine nacional que desde hace algunos años ha asomado la cabeza en el escenario actual.
El evento que desencadena la crónica de “Güeros” es una travesura cometida por Tomás, al aventar desde una azotea un globo con agua a una mujer con su bebé. Su madre decide mandarlo al Distrito Federal con su hermano Federico, en aras tal vez de darle una lección que lo haga madurar o por el simple hecho de darse un respiro de su inquieto hijo adolescente. Desde algún lugar en Veracruz, llega a la Unidad Lationamérica a vivir con Fede y “Santos”, el compañero de cuarto de su hermano, ambos estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), institución que para bien o para mal es un reflejo vivo de la frase que recita este filme.
En aquel momento la UNAM se encuentra en una huelga ficticia, que emula la huelga del ’99; mientras tanto, Fede y Santos se consideran “en huelga de la huelga” y deciden ocupar sus días en buscar a un músico llamado “Epigmenio Flores”, quién está a punto de morir y cuenta una leyenda urbana que incluso “hizo llorar a Bob Dylan”. Sin más sentido que un sentimiento que liga la música de Epigmenio con su fallecido padre Tomás, Fede y su amigo Santos recorren el D.F. en búsqueda del mítico músico quien bien pudo ser “la salvación del rock mexicano”.
Con una cámara en blanco y negro el director Alonso Ruizpalacios captura el recorrido de tres chicos por la caótica ciudad de México, al tiempo que llenan sus días quejándose de lo mal que está el país y escuchando por el radio a la chica de quien Fede está enamorado, jugándose bromas pesadas, volviéndose adultos pero siendo aún niños, perdiéndose en algún que otro barrio del D.F. que muestra la complejidad de esta ciudad: quien te apunta con una pistola es también quien amigablemente te invita (a la fuerza) una chela y te platica un poco de la vida por sus lares.
En su recorrido los chicos pasaran por Ciudad Universitaria, presenciarán una asamblea contra la privatización de la Universidad pública más importante del país y echarán pleito con sus “compas”, quienes visten una camiseta del “Ché” pero tienen dificultades para tomárselo demasiado en serio, porque tal vez es esa la virtud de “Güeros”, mostrar las contradicción de crecer, de crecer dentro del caos y de no poder dejar de vivirlo. Mientras que en un momento te encuentras organizando una marcha para protestar contra la situación político-social de la nación, al siguiente estás riendo con tus amigos o besando al chico que no puedes detestar del todo.
Al final “Güeros” nos deja pensar en muchas cosas sobre la juventud, sobre los ídolos, las esperanzas y los cambios sociales. Un músico que pudo salvar el rock mexicano, otra marcha que pudo cambiar al país… no sabremos hasta cuándo llegará un “Epigmenio” o una marcha que lo haga, pero mientras se tenga ese fervor en la sangre difícilmente la juventud dejará de intentarlo, aunque sea por puro instinto. Tal vez recordemos la revolución, tal vez nos importe más recordar a quién amábamos a los veinte años.
“Güeros” estrena este vierrnes 20 de marzo. Dirige Alonso Ruizpalacios. Actúan Tenoch Huerta, Ilse Salsas, Sebastián Aguirre, Leonardo Ortizgris y Raúl Briones.
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