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Por Edgar de los Santos.
Dos veces al año son las que todos ponemos nuestros ojos sobre la cartelera de la Cineteca con motivo de la Muestra Internacional. Gracias a ella podemos ver no sólo lo mejor, sino las distintas miradas que cuentan historias alrededor del mundo. Por lo general son las cintas concursantes en festivales como Cannes, Berlín o Venecia las que más se esperan. Sin embargo, unos laureles en un póster no garantizan al espectador la reflexión, el pensamiento o por lo menos el entretenimiento.
Lo anterior viene como reacción a la inclusión de «Hagen y yo» –»Fehér Isten», en su idioma original–, la última cinta del húngaro Kornél Mundruczó. Con ella se llevó el máximo galardón de la segunda selección más importante en el festival de Cannes en 2014: Una cierta mirada. En ella, Lili (Zsófia Psotta) es separada de su perro Hagen. Ambos se embarcan en la búsqueda de su bienestar; ella con su padre y su llegada a la adolescencia, y él en las calles ante una raza humana sumamente agresiva. En esa búsqueda suceden cosas que aún no puedo comprender.
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