La desigualdad social y la pobreza son dos factores que siempre están presentes en el contexto nacional. Todos sabemos que México es un país en donde a pesar de las riquezas naturales y la diversidad de oportunidades de desarrollo, la brecha social nunca termina.
Los ricos son cada vez más ricos y los pobres siguen creciendo. De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), de 2012 a 2014 el rango social que se encuentra en un nivel de pobreza aumentó dos millones; es decir, 55,3 millones de personas son pobres en la segunda mayor economía de América Latina.
Así, el 46,2% de la población mexicana es pobre. Esto no necesariamente es indicativo de que la economía vaya mal en general, ya que para los ricos el escenario ha sido completamente diferente, y entre 2007 y 2012 el número de millonarios en el país se incrementó un 32% según el estudio «Desigualdad extrema en México, concentración del poder económico y político«.
México es el único país de la OCDE que no ha podido reducir la pobreza. Según el estudio «Diagnóstico de desarrollo regional: México», la organización dice que los niveles de pobreza no han cambiado en los últimos 20 años «debido a la reducida tasa de crecimiento de la economía y la desigual distribución de los ingresos».
¿Esto es algo razonable? Los sería desde el punto global si todos los países en condiciones parecidas a México hubieran reportado los mismo números, pero increíblemente naciones consideradas como emergentes han mostrado otros números. Brasil ha reducido sus niveles de pobreza en un 10%, Chile en 3% y Uruguay 3% en el mismo periodo, según el Banco Mundial (BM).
¿Las causas de la pobreza en México? Tanto el BM, como la OCDE e investigadores sociales concluyen en que el origen radica en el poco crecimiento económico y en los bajos salarios.
Según la OCDE, “la pobreza procede en gran parte por los bajos salarios con una reducida productividad, la falta de acceso a la formación y las limitaciones de las redes de seguridad social”.
Para el investigador Gerardo Esquivel, el problema radica en que «hay un problema estructural que impide que la población tenga una capacidad suficiente de generación de ingresos a pesar de los múltiples programas sociales que se han implementado en las últimas dos décadas».
Con estos datos, parece evidente que en México la política social, el modelo económico y la falta de interés de los funcionarios por aplicar medidas de fondo que atiendan todos los factores que originan la pobreza, han provocado que esta situación no cambie.
Según Luis Videgaray, estas cifras pueden modificarse con la implementación de las reformas estructurales, lo que significaría –según el secretario de Hacienda– nuevas oportunidades de desarrollo en regiones donde se concentran el mayor número de pobres.
Sin embargo, esto no necesariamente puede revertir el rezago social, ya que contrario a lo que suponen las autoridades, las propias reformas pueden originar que existan casos de despojos de tierras, abusos por parte de las empresas involucradas en los temas de exploración y explotación de hidrocarburos; y lo que sería peor, que los niveles de pobreza extrema aumenten.
Esto sin tomar en cuenta el número de miles de desplazados que ha dejado el crimen organizado y la estrategia de seguridad seguida por el gobierno federal desde el sexenio pasado, en donde de igual forma se apoderan de las tierras y propiedades de las personas obligándolas a dejar todo y huir con la finalidad de protegerse ante las extorsiones, amenazas, secuestros y asesinatos de los que son víctimas.
Es decir, factores de este tipo también son una limitante para las posibilidades de desarrollo de ciertas regiones del país, en donde todo se conjuga para hacer de la brecha social un muro inexpugnable que cada vez aleja más a las personas y que cada día produce más pobres en México.
Foto: Diógenes.
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