Por Asfaltos.
Llegué a «El cártel» de Don Winslow impulsado evidentemente por todo el ruido que generó el año pasado, así como por el anuncio de la compra de derechos de esta misma novela por parte del director Riddley Scott, y el casi inmediato involucramiento del ganador del Oscar, Leonardo DiCaprio, como intérprete del personaje principal.
Lo que debe quedar claro desde el inicio es que «El cártel» es ante todo una novela, y no está mal; se trata de una obra de ficción, por cierto aderezada con muchos hechos reales. Al momento de empezar a leerla, en su versión original en inglés vía Kindle de Amazon, lo primero que me pregunté es cómo sería la lectura siendo alguien de los Estados Unidos. La pregunta prevaleció a lo largo de mi lectura.
La historia nos presenta a Art Keller, un exagente norteamericano de la D.E.A. que se ha refugiado en el desierto mexicano para escapar de los horrores que vivió en la novela anterior del propio Winslow, «El poder del perro». Alejado de su familia, y con la muerte de varios encima, Keller se nos presenta como un antihéroe al que las autoridades norteamericanas recurren una vez más para formar parte clave de la «guerra contra el narco».
Sí, conforme iba avanzando, noté que quizá uno de los valores principales de la novela de Winslow es estrictamente su labor recopilatoria; y no, no voy a menospreciar su trabajo como escritor, pero la verdad es que casi tres cuartos de lo que sucede en «El cártel» están basados en hechos reales que han sucedido dentro y fuera de nuestro país. Sí, su mérito es conectar casi todos los hechos dolorosos que se han vivido en las últimas dos décadas, aderezándolos además de personajes nuevos con los que nos vamos identificándonos y creando empatía.
Keller es el pivote de esta historia, pero alrededor de él se encuentran otros personajes principales ficticios notablemente basados en seres de carne y hueso que conocemos todos los que hemos seguido a través de los diversos medios la dura situación que sigue viviendo nuestro país. Así nos encontramos a Eddie Ruiz, basado levemente en Édgar Valdez Villarreal «La Barbie»; y el propio Arturo Barrera, quien vendría siendo una combinación entre Joaquín «El Chapo» Guzmán y Ramón Arellano Félix (inclusive, y por no hacer mención de un personaje similar, hasta con rasgos de Ismael «El Mayo» Zambada).
Winslow presenta entonces con gran crudeza una guerra que ha sido notablemente mucho más sangrienta que las de otras más mediáticas a nivel mundial (ISIS, por ejemplo), y quizá ahí su acierto, por expandir su conocimiento a un público ajeno.
Por lo anterior regreso otra vez a mi pregunta presente a lo largo mi lectura de la novela. Con una realidad tan tremendamente oscura, pareciera que para un ajeno a la realidad mexicana las historias presentadas fueron creadas e inventadas por el propio autor, pero no… ahí nos encontramos la historia de una familia de panaderos que fue acosada, un casino que fue incendiado con gente dentro, un grupo de migrantes capturados y torturados, una persona especializada en disolver cuerpos, niños sicarios, un gobierno cómplice, fuerzas policiacas trabajando para varias facciones, y más…
Sin embargo, y como sucede en muchas otras novelas de su tipo, la fantasía de Don Winslow pudiera interpretarse mal al presentar también de manera errónea a «héroes» que no existen en una guerra donde todos están involucrados con todos. Y es que si bien el autor se toma licencias cambiando de nombres a quienes decide retratar con cualidades que no son por así decirlo reales (como el caso de Eddie Ruiz y Arturo Barrera), sí decide dotar a grupos delicuenciales como Los Zetas con más características de las que finalmente tuvieron; y a otros grupos, como los norteamericanos, como los típicos salvadores del día.
«El cártel» debe leerse entonces como lo que es, una novela de ficción a la que se le aderezaron muchos hechos reales y cruentos para la historia de este país, pero que no son reflejados con el rigor periodístico que les merece. La fantasía del autor sí sirve para presentar a un público ajeno la crueldad de lo que sucede en nuestro país, pero hasta ahí, no debiera de ningún modo tomarse como un resumen fehaciente de lo que sucede aún en nuestros días.
Quizá, si me preguntan, es mas bien en las pequeñas historias que van entrelazando los grandes hechos basados en la realidad, las que valen más la pena del trabajo de Winslow. Es mas bien una gran novela que tiene más méritos en las pequeñas historias que el autor escribe. Una de ellas, por cierto, la historia de Don Alejo Garza Tamez que vale la pena revivir en el homenaje que le rinde Don Winslow.
¿Vale la pena adentrarse a la lectura? Sí, yo creo que sí, porque sirve como un recordatorio de cosas que no tienen tanto tiempo de haber pasado; y que además juntas nos dan una perspectiva de la gravedad de una guerra que mediáticamente ha sido silenciada, y que quizá solo con el tiempo podamos ver con horror su verdadero tamaño. Reitero, además es en las pequeñas historias entrelazadas y en los personajes ficticios creados donde el lector se podrá identificar con la pena que les embarga… pena que lamentablemente como mexicanos no logramos sacudirnos.
RUGIDO DE LA SEMANA: Fue publicado el más reciente avance de «Ghostbusters», y sí, la polémica continúa… Al ver el avance (click aquí) les diré que no se me hizo tan destestable como al parecer a la mayor parte de quienes lo han visto les parece; y es que… ¡no entiendo porqué tanta polémica! Les voy a ser franco, para mí la primer y segunda «Ghostbusters» nunca me parecieron tan entrañables como al parecer a todos los demás sí. Vamos, no me acuerdo mas que de algunas cosas relacionadas a los nombres de los personajes principales. El asunto es que la nueva cinta de «Ghostbusters» es ante todo una comedia, con actrices surgidas de las filas de «Saturday Night Live», con fantasmas no con la intención de ser terroríficos, con una melodía cutre que no me parece entrañable y… vamos, ¿no vemos las similitudes con la «Ghostbusters» original? No sé, capaz que ésta me divierte un poco, y en una de esas hasta me hace creer en la amistad de las cuatro cazafantasmas, y no como en las otras…
Asfaltos. Sobrevivo en una ciudad junto a millones de personas. ¿Mexiqueño? Me enamoro rápido y olvido difícilmente. Amo la música, el cine, los cómics, las mujeres y -últimamente gracias a los servicios de streaming– las series también. Vivo la vida a través de letras y melodías. Músico frustrado. Me pueden encontrar escuchando U2, Radiohead y Coldplay; así como Grand Funk Railroad, Styx y Eric Burdon; Chetes, Jumbo y Siddhartha; y hasta Jesse & Joy, Silverio y Aleks Syntek. Batman y Star Wars mis pasiones; también el Cruz Azul, pero ya saben… subcampeonísimo. Sobreviviente y náufrago; ermitaño que odia la soledad.