Por Sandyluz.
Ya en el epílogo de la pasada entrega de los premios Oscar, no quisiera dejar en el olvido una cinta disruptiva, europea y completamente diferente a lo que Hollywood usualmente nos muestra. Me refiero a «Toni Erdmann», cinta germano-austriaca, escrita y dirigida por Maren Ade y protagonizada por los actores Peter Simonischek y Sandra Hüller. Este largometraje, del que tan poco se comentó, compitió por la Palma de Oro en el Festival Cannes 2016; también fue fuerte competidor para llevarse el Oscar como «Mejor película de no habla inglesa», en la ceremonia número 89 de dichos galardones.
«Toni Erdmann», comedia dramática, hablada totalmente en alemán, nos pone en el núcleo de una relación padre-hija, que se ha enfriado por culpa de las presiones laborales de una hija ausente y workaholic (trabajólica). El padre asume la misión de hacerle ver a Inés (su hija) el sentido profundo de la vida, encarnando a un personaje inventado: Toni Erdmann. Entre situaciones bochornosas, graciosas y sensibles, el amoroso y paciente padre (llamado Winfried Conradi) fuerza a Inés a tocar fondo, para que ella reflexione con total sinceridad: ¿dónde está la verdadera felicidad?
Para empezar, es curioso ver una comedia totalmente en alemán, puesto que esta lengua ha sido por de más objeto de suspicacias y mala reputación por su ¿áspera e imperativa pronunciación? Todo eso queda desmentido en esta cinta. El alemán es un idioma que permite las inflexiones y tonos, desde lo melancólico y susurrante, hasta lo dulce y eufórico. También, es de agradecer una cinta alemana que no toque el ya tan abordado tema de la Segunda Guerra Mundial, así como las repercusiones nazis en el mundo. En «Toni Erdmann» queda claro que las familias alemanas también extienden fuertes lazos afectivos, a pesar del sistema globalizado y capitalista, que obliga a los hijos a abandonar la comodidad del hogar, para incursionar en un severo ambiente laboral, liderado por la ley de la oferta y la demanda.
La cinta toca el lado de las apariencias sociales, donde es muy deseable, desde la óptica parental, poder presumir al hijo exitoso, que estudió, que tiene una carrera y, por ende, un porvenir próspero en el ámbito laboral –aclarando que exitoso debe asociarse con los ingresos económicos obtenidos en un año–. Por otra parte, la visión de una hija, comprometida a dar el máximo rendimiento laboral, para mostrarse productiva ante la sociedad, sin importar si le queda tiempo para sí misma, para disfrutar de su edad, o, en términos generales, como dirían los poetas malditos, para el spleen (ese sano ocio que conduce a la introspección y a la inspiración creativa). En la otra cara de la moneda, la sincera visión de un padre, como cualquier otro, que realmente quiere lo mejor para “la niña de sus ojos” y puede intuir lo agobiada que se siente, debido a las presiones que presupone el agitado mundo de los negocios.
«Toni Erdmann», literal, ¡es un personaje! Se hace presente, en algunos de los escenarios donde su hija (Inés) se desenvuelve, sin previo aviso, causando sorpresa, confusión y risa; con peluca oscura y unos dientes postizos –que lo hacen parecer siempre sonriente– conversa e ironiza abiertamente con personas tan formales y acartonadas, como lo es el entorno de su hija.
¿El momento epifánico de la cinta? Después de haber contemplado hasta el último detalle para su fiesta de cumpleaños, Inés estalla en un arrebato de frustración y decide quitarse el vestido y desnudarse por completo; simbólicamente se deshace de sus ataduras, para revelarse sin poses ante el mundo. Así, impulsivamente, y tal vez por primera vez en comunión consigo misma, va diciendo a cada uno de sus invitados que la condición, para ser parte de la fiesta, es desnudarse también, generando en todos extrañeza total.
Sin más, «Toni Erdmann», la película, muestra un lado muy sensible y tierno de las relaciones familiares. Revela que, sin importar nacionalidad o apellido, hay dos cosas que no cambian: padres e hijos tienen un vínculo indisoluble, y, por muy crecidos que estén los hijos, siempre serán motivo de atención y preocupación para los padres.
Sandyluz. “Detrás de la pluma…” Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…
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