Por Asfaltos.
Uno no es el público de todas las películas, y todas las películas ciertamente tienen su público. La anterior frase es mi mantra frente a cada película que me toca revisar en este humilde ejercicio de periodismo cinematográfico. Esa frase fue la que se me apareció cuando vi la película «La cabaña» que estrena hoy jueves 6 de abril en cines mexicanos.
«La cabaña» está basada en la novela de éxito de ventas del mismo nombre de William Paul Young, en la que se cuenta cómo Mackenzie Allen Phillips (Sam Worthington) es puesto a prueba en su fe, y sobre todo cómo da respuesta a varios cuestionamientos duros que se hace a sí mismo.
Todo comienza tras un viaje de campo en el que acompañado de sus hijos las cosas no terminan por realizarse de la manera en las que se tenían planeadas. Mack, tras una serie de eventos desafortunados, termina bajoneado y sin esperanza alguna por seguir. Si bien su familia es sumamente devota, en este caso cristiana, para Mack todas sus creencias empiezan a ser dudas.
Para entender el porqué de la película, y por lo tanto muy seguramente de la novela también, no hace falta inferir que el autor es en efecto un cristiano devoto que pasó por una serie de difíciles eventos que le pusieron en duda su fe. Revisando su biografía las sospechas se vuelven ciertas, pues en efecto, en su juventud, Young fue víctima en una misión y también en un internado cristianos, de quizá uno de los delitos más deleznables: el abuso sexual.
Con ese antecedente es en efecto comprensible la historia que se nos relata en «La cabaña», donde las cosas se dicen claras, y de ninguna manera se esconde el eminente sentido cristiano de la cinta. Definitivamente para Young funcionó como un catarsis primero para explicarse el horror vivido; y segundo para reconciliarse con su fe.
Ojo, que no se confunda la gimnasia con la magnesia, no se trata de ninguna afrenta contra elcristianismo ni cualquier otra creencia similar, ni nada por el estilo; sin embargo la poco sutileza de los elementos presentados en la cinta no hacen mas que reafirmar el hecho de que ésta va dirigida a un público muy claro, y hasta ahí.
Probablemente uno de los personajes centrales intenta ofrecer un equilibrio frente al sentido eminentemente cristiano de la cinta; sin embargo, si éste resultaba en realidad un esfuerzo para abrir el espectro de la fe, hacia el final se desvanece frente a visos más claro de que el mensaje no es otro mas que el ya presentado de manera reiterada, una tras otra.
La construcción de los personajes está bien. Las actuaciones también. La música, los escenarios, y quizá hasta el ritmo, aunque en este punto un paréntesis, pues si de entrada uno no profesa prácticamente la religión que se nos presenta, podría terminar resultándonos una película un tanto cansada y hasta tediosa. Probablemente haya quienes ajenos a lo anterior puedan conectar con la película, pero siendo todo tan poco sutil, podrían ser los menos.
Hasta acá este breve comentario de «La cabaña» que llega a cines a partir de hoy jueves 6 de abril bajo la distribución de Corazón Films. Como ya he mencionado yo al inicio de mi reseña: claramente no soy yo el público de esta cinta; pero quizá usted, que me lee, sí lo sea.
Con imágenes cortesía de Corazón Films.
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