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Texto y fotos por Katia Stephanie Ibáñez Del Rivero.
Con motivo de su nuevo libro ¡Viva la familia!… pero bien lejos, José Trinidad Camacho Orozco, mejor conocido como Trino, estuvola semana pasada en la librería Efraín Huerta del Fondo de Cultura Económica en la ciudad de León, Guanajuato.
Para ser completamente sincera lo que yo conozco de Trino es poco. Alguna vez me he topado con sus tiras cómicas y recuerdo haber visto en el cine los cortos de su película El Santos vs. la Tetona Mendoza. El único libro que tenía de él se llama De la ficción a la adicción y lo tenía porque el autor es un médico amigo mío. Tristemente (porque me hubiera encantado que me lo firmara) mi copia está en casa de mi mamá, así que decidí adquirir su nueva publicación.
Llegué a la librería y Trino estaba esperando la hora indicada en el anuncio para empezar la conferencia. A las 17:30 horas en punto pasamos al patio de la librería y empezamos. Habló de cómo surgió la idea de crear un libro sobre cosas que suceden en la familia. Mencionó que todas las tiras son de su autoría e inéditas, además de que la mayor parte son anécdotas personales. Su favorita es la que se encuentra en la página 51 del libro en la que habla sobre las diferencias de los matrimonios antes y después de la llegada de los hijos.
Durante la conferencia me di cuenta de que Trino es un tipo disperso. Como muchos de nosotros, empezaba una idea que no terminaba y se iba con algo más que surgía en su cabeza a la mitad de una oración. Eran tantas las cosas que quería decir que parecía que las ideas se le atropellaban unas a otras en la lengua. Artista, creativo, de jeans. Un tipo sencillo que se ve que disfruta su trabajo y que le gusta platicarte de lo que hace.
Habló de su familia, los roles de los hombres y las mujeres, criticó las constelaciones familiares (para quien no sepa qué son, se trata de una terapia familiar que ha agarrado muy mala fama) y los cambios que han generado las redes sociales en la no comunicación de los individuos, entre otros temas. Dijo que su libro era ácido, pero no amargo.
Mientras yo lo escuchaba hablar no lograba decidir si lo odiaba o lo amaba. Por momentos me parecía retrógrado, después me pareció incluyente, algunas cosas que dijo hasta me sonaron un tanto machistas y misóginas, mientras que con otras tantas estuve de acuerdo. Finalmente, me di cuenta de que una cosa es el humor y otra la persona. Trino tiene un humor ácido (como bien reconoce) y hace comentarios que podrían malinterpretarse si se toman muy en serio. Pero finalmente es eso, humor. Trino, la persona, es un ser humano, papá, esposo, dibujante que se nota enamorado de lo que hace y de la vida que tiene.
Nos platicó que toda su vida estuvo en una escuela de jesuitas. Considera que la educación abierta que los caracteriza influyó de manera positiva en su creatividad de la misma manera que su creatividad y talento le ayudaron dos o tres veces a salir adelante en el colegio. Contó específicamente la ocasión que se ganó un lugar en el equipo de fútbol de tercero de secundaria a cambio de unos dibujos de Betty y Verónica, las protagonistas de la tira cómica de Archie, ”au naturel”.
Le pregunté cuántas veces en su vida lo habían confundido con Rius. Dice que lo confunden más con Quino, por lo parecido del nombre y que aunque en realidad no lleva la cuenta de cuántas veces lo han confundido, cada que sucede para él es un honor que lo confundan con sus ídolos.
Sobre su nueva publicación habló poco en comparación de todos los temas por los que pasamos. Mientras esperaba en la fila de los autógrafos leí medio libro. La verdad me gustó mucho. Bien dice el dicho, “hasta en las mejores familias”; todas las viñetas tienen algo con lo que cualquiera podría relacionarse. ¿Mi recomendación final? Si ya conocen el trabajo de Trino, les va a gustar el libro. Si como yo son nuevos, es un excelente punto de partida.
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