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Es impresionante la cultura musical de la que países nórdicos son dueños, y la manera en que ha evolucionado hasta nuestros días siempre debería ser tema de conversación. Basados más en la calidad que en la cantidad, este dúo de Bergen, capital musical del país, es un claro ejemplo de eso.
La química que hay entre el dueto, que permite trabajos de excelente calidad desde sus inicios, no es para menos ya que sus integrantes Erlend Øye y Eirik Glambek Bøe han sido amigos desde los once años, por ahí de mediados de los ochenta. Creciendo juntos y siempre con una inclinación artística, el grupo fue evolucionando hasta llegar al sonido pop-folk que los ha distinguido, y que al escucharse crea una atmosfera relajante, como si desde un chalet suizo observásemos el mar.
Sus composiciones han creado relevancia por la refrescante propuesta de sonidos, sin abandonar una necesaria calidez que el género trae consigo, con canciones como I’d rather dance with you o Misread, afrontando en sus letras cotidianidades de la vida con un tono relajado, que transporta casi a un sueño.
Dos voces que apenas se acompañan de guitarras acústicas, eventuales violas o chelos y alguna percusión, apenas como complemento, logran una poderosa atracción que puede semejarse al sonido de Belle & Sebastian en sus inicios, o a la suavidad de Leslie Feist, quien no por casualidad llegó a colaborar con el grupo en su álbum Riot on an Empty Street.
Con elegancia y minimalismo, el dúo que se toma largas pausas entre un disco y otro, pero que hacen que las esperas valgan la pena, nos ha regalado cuatro álbums desde 2000: Kings of convenience (2000), Quiet Is the New Loud (2001), Versus (2001), Riot on an Empty Street (2004) y Declaration of Dependence (2009), los cuales son excelentes propuestas musicales, verdaderas joyas entre el grandísimo haber del indie y el soft-folk.
Definitivamente, la buena música también llega de las regiones escandinavas y Kings of Convinience es otra banda más para demostrarlo.
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