José María Morelos y Pavón, siervo de todos.
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José María Morelos y Pavón, siervo de todos

Por Enrique Figueroa Anaya.

“Mas no es así entre vosotros; antes el que quisiere ser el mayor, será vuestro criado; el que de vosotros quiera ser el primero, sea siervo de todos” – (Cap. 10 de Evangelio de San Marcos)

Desde que tengo memoria, por sus características tan particulares, José María Morelos y Pavón siempre fue mi «héroe patrio» favorito. Con su vistoso paliacate en la cabeza -que le servía para apaciguar constantes dolores de cabeza-, el autor de Sentimientos de la Nación es -junto al también sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla- el hombre más recordado de la guerra de independencia.

Mi primeros acercamientos a Morelos fueron evidentemente gracias a los libros de texto gratuito, así como a las monografías que vendían ¿venden todavía? en las papelerías. Sin embargo, con el tiempo, diversas lecturas me fueron llevando por la historia de un hombre que se me hacía apasionante. Y es que los héroes patrios de bronce son un invento del discurso oficial; en realidad los héroes patrios eran tan comunes y corrientes como nosotros.

En pleno 15 de septiembre de 2014, con motivo de la conmemoración de los 204 años del llamado «Grito de Independencia», recordaré a José María Morelos y Pavón; un hombre del que existen diversas y variadas versiones en las que se habla sobre su dificultad o no para lograr ser sacerdote; un hombre que se dice tuvo que luchar en contra de sus características, más de mestizo, que de criollo; un hombre que desde chico lidió con ausencias importantes que le hicieron tomar decisiones valientes; un hombre que siempre fue dedicado y exigente; un hombre trabajador y sí, en gran parte, un hombre idealista.

José María Morelos y Pavón nació un 30 de septiembre de 1765 en Valladolid (hoy Morelia), Michoacán. Su infancia, llena de dificultades, enfrentó con el paso de los años la ausencia de su padre. Fue así, que en medio de una terrible crisis económica, el joven Morelos entra a trabajar a la edad de 14 años. Existen versiones que implican el ingreso de Morelos a la sacerdocia, como una manera de apoyar a su madre que desde hace algunos años vivía sola. Se comenta entonces que es en este momento cuando la madre intenta por todos los medios a su alcance comprobar la sangre española de su hijo para facilitar el ingreso a la Iglesia. Sin embargo, no todos los historiadores comparten esta versión. Quizá de manera romántica, podríamos decir que es aquí cuando Morelos ve la necesidad de cambiar la estructura reinante: de ser indepentientes.

En la primaria siempre se nos enseñó que Morelos había sido alumno de Miguel Hidalgo, sin embargo, esto en parte es erróneo. Podría decirse que sí y no, ya que Morelos no fue alumno directo de Hidalgo. Lo que es claro, es la enorme admiración de Morelos a un personaje como Hidalgo; a tal punto, que al enterarse Morelos del alzamiento de su maestro, no dudó ni un momento en unírsele. Dicen algunos, que en el instante de entrevistarse con Hidalgo y Costilla, éste desestimó un poco al mestizo sin saber posteriormente que su carrera militar sería sumamente exitosa (mucho más que la del propio Hidalgo).

Aquí cabe destacar que Hidalgo y Morelos fueron tan sólo 2 de los cerca de 400 sacerdotes que igual se unieron a la lucha en busca de la independencia de México. Este es un dato importante que hace la diferencia entre la lucha por independencia en México y la que se realizó en Sudamérica (comandada más bien por militares). Sin embargo, eso no quita que Morelos haya sido un magnífico estratega (existe otro mito en el que Napoleón Bonaparte parece que mencionó que con 5 hombres como Morelos fácilmente se habría apoderado del mundo). Además de estratega, también fue un visionario que realizó quizá uno de los docmentos más hermosos jamás escritos en México: Sentimientos de la Nación.

La lucha de José María Morelos y Pavón duraría cerca de 5 años, 4 más que la de su mentor Hidalgo. En esos años tuvo triunfos importantísimos, así como derrotas y pérdidas personales muy dolorosas. Del mismo modo, y como hombre de carne y hueso, Morelos también tuvo defectos. Él, a comparación de Hidalgo, sí tuvo varios hijos (ésto lo declaró a las autoridades). Mencionó tres, pero conociendo el amor de Morelos a las mujeres, pudiera ser que dejara más. También se habla de su temperamento fuerte, un hombre al que le gustaba que se cumplieran las reglas y que llegaba a extremos para que se le obedeciera.

Los últimos días en la vida de Morelos fueron difíciles. Desde el momento en el que olía la derrota al mandar a su hijo más conocido, Juan Nepomuceno Almonte, a los Estados Unidos; hasta los últimos días en los que efrentó a las autoridades antes de ser fusilado. Fue José María Morelos y Pavón un hombre que dio la vida por un verdadero proyecto de Nación que tenía muy claro, y al que hoy con motivo de las festividades patrias recordamos.

 

 

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