Platicando con Jorge Fons

Por Enrique Figueroa Anaya.

Hace ya varias semanas se le entregó, de manera merecida, el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011 en el campo de las Bellas Artes al cineasta mexicano Jorge Fons. Fons, para quienes no lo conozcan, fue el destacado director de películas como Rojo amanecer (1989) y El Callejón de los milagros (1994), entre muchas otras que realizó. Por ese motivo, y a manera de agradecimiento y homenaje por su inmensa humildad, les comparto en este espacio la charla que tuve hace ya más de un año cuando pude coincidir con él.

Cuando me le acerqué aquella vez, por motivos de trabajo, esperábamos que llegara una reportera que le iba a entrevistar. Víctima de la impuntualidad mexicana, Fons salió un rato de donde esperaba y fue ahí donde lo abordé. ¿Qué es lo difícil de hacer cine mexicano? «En México hay tres grupos que viven del cine. Los productores, las distribuidoras y las exhibidoras. De esos tres los productores siempre salen perdiendo. Las distribuidoras, entre que trabajan con cintas extranjeras y mexicanas, ahí la llevan. Las exhibidoras son las que se llenan de lana».

Fons me platicó también que el problema al que se enfrentan los cineastas es al enorme bombardeo del que son víctimas por parte del cine de los Estados Unidos. «En México los espectadores están más acostumbrados a ver cine hecho en Estados Unidos». ¿Y cree, maestro, que sea algo benéfico para nuestro cine el que cineastas mexicanos salgan de nuestras fronteras? «Si salen a los Estados Unidos entrarán en esa industria y seguirán haciendo cine de los Estados Unidos, no de México. El cine mexicano está hecho para los mexicanos, usando el lenguaje característico de este país, con los usos y costumbres a los que hemos sido acostumbrados, con las vivencias e historias que aquí se han creado». Para Fons el cine mexicano está en peligro de perecer.

«Además el precio de los boletos es inmenso. El cine que antes llegaba a las grandes masas, ahora sólo llega a las pequeñas élites. Con el sueldo mínimo no alcanza para pagar un boleto de cine, ni el estacionamiento, ni las palomitas y mucho menos se diga cuando se trata de pagarlo por cada miembro de la familia. El cine antes era parte de la canasta básica, hoy es imposible pensar en ello«.

«Hay una anécdota muy triste. En el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se había logrado que los grandes cines de la ciudad de México pudieran llegar a manos de cineastas mexicanos. La idea era hacer grandes complejos exclusivos del cine mexicano. Se mandó entonces a hacer un estudio en el que se decidió que las salas debían partirse en varias salas pequeñas (los famosos multicinemas). Lo trágico sucedió cuando se nos dijo que para que ello sucediera se debía exhibir por diez años películas de Estados Unidos para lograr costear la inversión. Ahí fue donde acabó nuestro pequeño sueño…»

Platicando con Jorge Fons aprendí el amor que se le debe de tener al arte de hacer películas. A través de sus ojos, y sobre todo de su sencillez, aprendí que realmente el estar en esta industria es amor al arte. «Muy difícilmente (casi nunca) una película mexicana logra quedar tablas en lo que se invirtió en ella. Los productores son verdaderos temerarios que invierten en algo que saben que no pueden llegar a recuperar».

Así terminé mi charla con uno de los directores más importantes del cine mexicano; un hombre que destaca por su sencillez y elocuencia, un verdadero personaje de nuestro cine que merecerá siempre mi respeto y RECONOCIMIENTO.