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La primera vez que vi El infierno, de Luis Estrada, terminé con un profundo sentimiento de desesperanza, pero sobre todo de coraje. El país en el que se había inspirado el también director de La ley de Herodes y Un mundo maravilloso (cintas que junto a La dictadura perfecta marcan la gran tetralogía del hijo de José Estrada), lamentablemente es peor al del presentado en la película. Lo mismo sucede con su más reciente cinta.
En los últimos días, en diversas entrevistas y presentaciones que ha tenido la más reciente película de Luis Estrada, pareciera que la indignación de quienes se incomodan con verla debiera estar mas bien dirigida a la actualidad que le inspira, que a la propia cinta. Luis, heredero de la mejor tradición de los caricaturistas mexicanos, simplemente retrata, en una sátira que dura poco más de dos horas, su visión de un país donde la democracia no existe.
Plagada de referencias que serán captadas de acuerdo al conocimiento de los espectadores, la película de Luis imagina un México donde la televisora hegemónica ha impuesto a un presidente. La pregunta, central en la película, es si lo volverá a repetir. Divertida como las tres películas que le preceden, La dictadura perfecta cuenta con detalles que también la hacen diferente a sus «hermanas».
Primero, y de manera muy clara, nos encontramos con una película más coral a las anteriores. Si bien el papel de Damián Alcázar (amigo de mil batallas de Luis Estrada) es protagónico, en La dictadura perfecta nos encontramos con otras actuaciones que roban cámara y atención, sobre todo por la calidad de su talento. Y es que no es poca cosa, con un elenco lleno de estrellas como el de La dictadura perfecta, cada personaje brilla (por más mínimo que éste nos pudiera parecer).
Sorprendentemente, y como el propio Luis Estrada ha confesado, los que más destacan son los actores que por prejuicios encasillamos muchas veces en únicamente papeles de telenovela. Una de ellas, Silvia Navarro, a quien Luis Estrada no deja de felicitar por su papel; que en efecto, lleva a cabo con enorme valor. Mismo caso del exRBD Alfonso Herrera, a quien le conocerán un lado perverso que les dejará fríos.
Con escenarios facilitados por la Universidad Nacional Autónoma de México y el gobierno del estado de Durango, entre otros, La dictadura perfecta es una introspección a la relación de negocios entre el gobierno del México de Luis Estrada, y la televisora hegemónica del mismo país.
Con momentos de franca risa y otros tantos de inmediata indignación, y de tristeza, La dictadura perfecta cumple con el objetivo de entretenernos y hacernos reflexionar. Se trata de una película divertida que valdrá todos y cada uno de los pesos que los espectadores decidan invertir. Yo les aseguro vivirán una experiencia única que les terminará provocando.
Al final, y como el propio Luis Estrada ha comentado en cada oportunidad que puede, La dictadura perfecta es sólo una película. Ya si ofende a alguien, que ese alguien únicamente decida salir a ver la realidad y que recapacite qué es lo que más daño hace: retratar la realidad, o la realidad misma.
La dictadura perfecta se estrena con cerca de 1,800 pantallas, lo que es sin duda una apuesta tremenda a la que le deseamos todo el éxito del mundo. ¿Recomendable? Sin duda alguna.
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