La primera Navidad mexicana, parte 2

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Los primeros evangelizadores provenientes de España aprovecharon las coincidencias que encontraron en territorio mesoamericano para inculcar la nueva religión (católica) a los recién convertidos. Habiendo observado con detenimiento cada una de las celebraciones indígenas, incorporaron a los ritos católicos los rasgos que no dieran continuidad a las creencias antiguas.

La primera Navidad mexicana

El monarca español, el emperador Carlos V de Alemania y I de España, fue el responsable del proceso de evangelización en el territorio que hoy conocemos como México. El emperador ordenó que los frailes franciscanos se abocaran a la noble tarea, por lo cual encabezados por fray Martín de Valencia llegaron en 1524 los primeros doce religiosos que habrían de difundir la doctrina en tierras americanas.

Al poco tiempo de haber llegado los misioneros, se dieron cuenta de que la celebración más importante del calendario festivo mexica era la dedicada al dios Huitzilopochtli, Dios-Sol y Dios de la Guerra. Así los evangelizadores aprovecharon las coincidencias mitológicas existentes entre el dios mexica y el dios católico, para dar aprovechar e inculcar a los indígenas sobre el nacimiento del Cristo.

De acuerdo al texto Las fiestas tradicionales de Méxco, de la Maestra Sonia Iglesias y Cabrera, «corría el año 1528 cuando fray Pedro de Gante, fraile franciscano nacido en Bélgica a finales del siglo XV, celebró la primera Navidad en México. Para tan relevante acontecimiento, reunió a un nutrido grupo de indios a los que enseñó a cantar el himno religioso Ha nacido el Redentor. Llegado el 24 de diciembre, este acto de éxtasis musical se llevó a cabo en la Capilla del Colegio de San José de los Naturales de la Ciudad de México, fundado por él para enseñar artes y oficios europeos a los indígenas».

En palabras del propio fray Pedro de Gante «vinieron tantos que no cabían en el patio, que es de gran cabida, y cada provincia tenía hecha su tienda donde se recogían los principales, y unos venían de diecisiete y dieciocho leguas, en hamacas, enfermos, y otros de dieciséis, por agua, los cuales solían cantar la misma noche de Navidad: Hoy nació el Redentor del Mundo».

Otra de las primeras celebraciones, atribuida y descrita por fray Toribio de Benavente (conocido como Motolinia -pobre o humillado en náhuatl- por los indígenas), se nos presenta en el texto de Iglesias y Cabrera como una noche donde muchas lumbres hacían aparición en patios de las iglesias y en terrados de las casas. Era tanta la luz, que el propio fray confesaba que «parece de noche un cielo estrellado«. La fiesta fue descrita como absolutamente alegre y llena de devoción.

Con el tiempo a la fiesta navideña se le se agregarían como elementos el aguinaldo que se dice apareció en 1587 (y que en lugar de dinero eran obsequios), el nacimiento creado por San Francisco de Asís, el heno proveniente de Alemania y que popularizó Maximiliano de Habsburgo, la tarjeta navideña que nació en Londres en 1846, la piñata de origen chino pero conocida por los españoles gracias a los italianos, y los muy nacionales pavo (que los mexicas dieron a conocer a Cortés) y flor de Nochebuena (nombre que le dieron los españoles a la Cuetlaxóchitl, nombre original de la flor en náhuatl).

Ya para el siglo XVII la fiesta navideña estaba absolutamente arraigada en México; y se sigue viviendo con devoción al día de hoy. ¡Feliz Navidad a todos!