Retomando Raíces.

Por Mariana Uty Estrada.

Cuando se habla de cine independiente, en este caso en particular, del mexicano, si se es conocedor, se puede pensar en películas como El violín, Luz silenciosa, Batallas en el cielo, Temporada de patos, entre algunas otras.

Raíces se estrenó en 1953, y fue dirigida por Benito Alazraki.

Como el género sugiere, se trata de historias originales y poco convencionales, provenientes de lo que pudiera parecer un concepto simple, pero que más allá de transmitir un mensaje – porque no es necesariamente el punto -, juegan con la percepción del espectador, critican aspectos culturales y sociales, son muestra de un momento, y algunas quizá son una invitación a reflexionar respecto a un evento o situación.

Y es en este punto donde comienzan los cuestionamientos respecto al cine independiente en México; cuándo comenzó, si pertenece a la corriente del Nuevo cine mexicano, etc. En realidad, comenzó en los años cincuenta con un filme que reúne varias historias que no son más que un reflejo de la cultura y tradición mexicana, como muchas otros que ya se han mencionado en distintos textos. Éste, por su parte, se basa en momentos y situaciones, más que en una generalidad, y un aspecto pocas veces bien utilizado en nuestro cine: la sociedad moderna contra el indígena y su tradición.

Raíces se estrenó en 1953, y fue dirigida por Benito Alazraki. Dicho en el párrafo anterior, relata cuatro diferentes historias – que en ningún punto se unen -, donde se muestra cómo se maneja el poder en nuestra cultura, el amor a la tradición, el prejuicio de la sociedad y la pobreza, que todavía, casi 60 años después, la frase cualquier parecido a la realidad es mera coincidencia, aplicaría perfectamente.

Cada parte se lleva a cabo en lugar distinto: la primera, Las vacas, en el valle del Mezquital, y narra la difícil situación de un humilde matrimonio otomí y su recién nacida, quienes sufren los estragos ocasionados por la sequía. La segunda, Nuestra Señora, que tiene lugar en Chamula, cuenta de forma irónica, el intento de una antropóloga estadounidense por entender las costumbres de la región. Ubicado en la península yucateca, la tercera historia trata de un niño al que llaman “El tuerto” – ya se imaginarán -, que se la pasa rezándole a la virgen, pidiéndole un milagro para ser aceptado por los demás, y se dejen de burlar de él. La última historia es en la zona del Tajín, en Veracruz, donde un antropólogo, también extranjero, intenta comprar a una joven indígena, “La Potranca”, a costa de lo que sea, incluso negociando con el padre de ella.

Nuestro país parecería no haberse distinguido jamás por realizaciones independientes, aunque claro está, es una errónea percepción que se tiene solamente aquí. Internacionalmente, se han recibido varios distintivos, otorgados a los distintos directores, como fue el caso de esta pionera. Esta gran película mexicana recibió el premio de la Crítica Internacional en el Festival de Cannes, y el Ariel de Oro por la dirección.

Pese a las limitaciones que pudiera presentar, ya que su producción no contaba con muchos recursos, el director, Benito Alazraki, logró juntar a un gran equipo para hacer de ésta, una memorable película, que aunque no es nada comercial, gusta entre los conocedores, y que a mí, no me queda más que decirles que se las recomiendo altamente.