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Por Enrique Ortiz.
Todos en algún momento de nuestra vida hemos tenido la oportunidad de visitar la Ciudad de los Dioses, Teotihuacan. Nombrada de esta manera por los grupos nahuas del siglo XV debido a que ellos creían que en ese lugar se había creado el Quinto Sol -época en la cual actualmente vivimos-, Teotihuacan tiene presencia humana desde antes del 200 a. C. transformándose en la gran metrópoli mesoamericana desde el 1 d. C. hasta su ocaso alrededor del 650 d. C.
Teotihuacan está ubicada en el Estado de México al pie del Cerro Gordo -o Hueytepetl- al noreste de la Ciudad de México entre las poblaciones de San Juan Teotihuacan y San Martín de las Pirámides. Durante mucho tiempo los arqueólogos, historiadores y antropólogos creían que Teotihuacan, la primera Tollan (Tula), era un estado poco beligerante gobernado por una teocracia; en otras palabras que un grupo de sacerdotes eran quienes encabezaban la estructura político-económica de dicha ciudad.
También se aseguraba que Teotihuacan había influenciado diferentes regiones principalmente por su comercio, por su religiosidad y por las expresiones artísticas que iban desde la pintura mural hasta la arquitectura. Sin embargo este concepto de uno de los centros urbanos más importantes de América cambiaría a partir de los años sesentas gracias al trabajo de diferentes investigadores y arqueólogos como René Millon, Laurette Sejourné, Pasztory y Saburo Sugiyama entre otros. Nunca hubo duda que Teotihuacan fue un estado expansionista, ya fuera a través de su cultura o de las armas. Carecemos de datos fidedignos que informe sobre las fronteras territoriales de que alcanzó Teotihuacan en su apogeo, sin embargo se sabe que era un estado con un dominio territorial intenso con más de 25,000 kilómetros cuadrados sólo en el altiplano central (Millon). Actualmente podemos afirmar que Teotihuacan era un estado expansionista y militaristas por 3 diferentes hechos o vías los cuales mencionaremos:
1) La investigación iconográfica y arqueológica de diferentes conjuntos habitacionales los cuales poseen diferentes representaciones alusivas a la guerra y al sacrificio humano. Habló de Tepantitla, Tetitla, La Ventilla y principalmente Atetelco. Lugares donde se encuentran murales de guerreros vestidos con trajes de felinos, águilas y coyotes con cuchillos ensangrentados atravesando corazones humanos por sólo dar un ejemplo. Otra imagen constantemente reproducida en la Ciudad de los Dioses son los sacerdotes o guerreros vestidos como jaguares o pumas usando tocados de plumas de quetzal, los cuales llevan sonajas, escudos o lanzadardos (atlatl).
2) El segundo argumento que nos lleva a afirmar el carácter militar del estado Teotihuacáno se debió a estudios realizados en la década de 1990 en la Ciudadela y específicamente en el Templo de Quetzalcoatl. En dicha área se encontraron diversas ofrendas y el descubrimiento de más de 200 restos óseos posiblemente de guerreros sacrificados para celebrar la inauguración de dicho espacio y conmemorar la autoridad sagrada de un gobernante específico que organizó su construcción (Sugiyama). En otras palabras el Templo de Quetzalcoatl parecer haber sido un símbolo de la autoridad y del gobierno Teotihuacáno, lugar donde residían sus gobernantes. Incluso Florescano afirma que la representación de la Serpiente Emplumada pudo haber sido el nombre y glifo del gobernante que construyo dicho templo o del linaje que pertenecía. Fue tan impactante este concepto para ciudades-estado como Cacaxtla, Xochicalco, Tula y Tenochtitlán, que lo tomaron como el emblema del poder mesoamericano por excelencia. Cito a Sugiyamam de acuerdo a su interpretación del Templo de Quetzalcoatl:
«Un gobernante en la historia de Teotihuacan parece haber establecido una forma de legitimidad según la cual la Serpiente Emplumada fue considerada en una entidad divina. La fundación de esta pirámide ocurrió en un momento crítico en la historia temprana de la ciudad de Teotihuacán, y un gobernante fue el responsable de este programa ideológico promovido por el Estado. La Serpiente Emplumada parece haberse establecido desde el momento de su creación como una entidad mítica que legitimaba la autoridad política de los gobernantes de la sociedad…»
Teotihuacán as an Origin for Postclassic Feathered Serpent Symbolism, Sugiyama.
3) El último argumento que ratifica la importancia del poder militar en Teotihuacan es la presencia política de este estado en regiones alejadas del altiplano como en Monte Albán (Oaxaca), y principalmente en las ciudades mayas de Guatemala, Honduras, Chiapas y Yucatán. Entre los años 200 y 450 d. C. en sitios como Tikal, Uaxactún, Kaminaljuyú e incluso Copán en Honduras, se registraron en sus estelas las incursiones de personajes completamente armados procedentes del altiplano central. Estos guerreros con vestimentas típicas teotihuacanas influyeron directamente en la política de las ciudades mayas entre los años 378 y 456 d. C. posiblemente destruyendo a las dinastías originarias e imponiendo nuevos gobernantes como Nun Yax Ayiin en Tikal, hijo de quien parece haber sido del “tlahtoani” teotihuacáno Búho Lanzadardos (Atlatl Cauac), pues su emblema ubicado en Teotihuacan y en Tikal delatan su existencia. Como previamente lo comenté en otro texto de mi autoría (que pueden leer en mi sitio), en el año 378 llegó a Tikal Siyah K´ak´ un militar de alto rango a quien se le dio el título del Señor del Occidente, información registrada en la estela 5 de Uaxactún. A pesar de estas pruebas aún continua la discusión entre los eruditos sobre el carácter de las relaciones que se establecieron entre el área maya y Teotihuacan.
Espero este texto haya cambiado su concepto sobre la realidad política y la naturaleza de Teotihuacan despejando aquellas antiguas ideas sobre un estado pacífico gobernado por una teocracia con una nula presencia militar. ¡Visiten Teotihuacán y apoyen el comercio de la zona!
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