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Estrenándose el pasado viernes 10 de abril con trescientas copias a nivel nacional, «The Longest Ride» o «El Viaje Más Largo» por su traducción al español, es la décima adaptación al cine de las novelas románticas del escritor estadounidense Nicholas Sparks. Algunos de ustedes lo recordarán por “El Diario de una Pasión” o “Querido John” dos de sus cintas con más éxito.
Caracterizada por su temática melosa y definitivamente sureña, «El Viaje Más Largo» no es para todos. La película se sitúa en Carolina del Norte, más específicamente dentro de la cultura del rodeo al sur de los Estados Unidos. Es aquí donde el amor entre una estudiante de arte (Sophia) y un montador de toros (Luke Collins) surge y al mismo tiempo se enfrenta con las dificultades de unir dos mundos tan distintos.
A la par, la cinta nos cuenta una segunda historia de amor a través de los recuerdos de Ila, un anciano que ha quedado viudo. Muy al estilo de Nicholas Sparks, la historia se desarrolla durante y después de la Segunda Guerra Mundial con todo el drama que esto conlleva. La pareja se ve separada cuando Ila es reclutado y éste sufre una herida que lo deja sin la posibilidad de tener hijos; el sueño de toda la vida de su pareja, una joven maestra amante del arte.
Visualmente la película no es muy rica, y en cuanto a contenido no se puede evitar sentir que es material reciclado; al fin y al cabo es ya la décima adaptación al cine de un autor que finalmente nos da la misma perspectiva del amor (e incluso el mismo afiche publicitario) en contextos diferentes todo el tiempo. Si hay algo positivo dentro de esta película es lo poco que se extrañan los momentos “mágicos” que estas novelas rosas siempre nos prometen. Esta vez parecería que el autor, tomando las escenas más melosas de sus obras anteriores, logra lanzarnos una bomba de cliché tras cliché haciendo sentir a la película más forzada que romántica. Debemos de reconocer también la modernidad que se trata de introducir en la cinta. Por primera vez Nicholas Sparks utiliza personajes principales multirraciales y de hecho reconoce a más religiones que a la cristiana; algo que, si usted conoce al escritor, debe de admitir que es un gran logro.
Dentro de la trama predecible y atropellada, las escenas más intensas se compiten entre cámaras lentas del rodeo de toros donde nuestro personaje principal -quien por cierto está caracterizado por el hijo del famoso director Clint Eastwood, Scott Eastwood– se juega la vida; y la escena de guerra donde nuestro otro héroe, Ila, se encuentra atrincherado y es alcanzado por una bala al arriesgar su vida por salvar la de un compañero soldado.
Como en cualquier filme de amor las escenas son simples y poco apelan a un valor artístico, sin embargo algo que definitivamente salta a la vista es el emplazamiento publicitario y la ambientación que parecería intencionalmente exagerada. Bud Light y Wrangler, por ejemplo, son dos de las marcas que más se distinguen, contribuyendo a los estereotipos de la vida estadounidense de rancho, es decir: cerveza, ropa de mezclilla y camionetas enormes.
Finalmente esta cinta está dirigida hacia un público muy específico que busca el lado rosa del enamoramiento sin importale si la cinta cae dentro de un mismo patrón de creación. Sin embargo, incluso dentro del género de chick-flick, “El Viaje Más Largo” se unirá al grupo de largometrajes que pasan sin pena ni gloria por los ojos del espectador.
Imágenes cortesía de Fox México.
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