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Como siempre sucede, cuando una persona muere es cuando salen a relucir sus mejores virtudes. Así somos los mexicanos y por eso ahora que murió Manuel Camacho Solís, todos lo que pertenecen a los altos niveles de la política en México alaban y avalan su trayectoria como uno de los hombres más influyentes en los últimos sexenios priístas; antes de que perdieran el poder a inicios de este siglo.
Lo cierto es que para valorar la trascendencia que tuvo la labor de Manuel Camacho Solís, habría que hacerlo desde una perspectiva muy amplia para tratar de ser justos con él y con su desempeño como político; y sobre todo como un gran negociador.
Lo cierto es que formó parte de la generación de políticos priístas que fueron los principales promotores del neoliberalismo en México encabezados por una figura clave como lo fue Carlos Salinas de Gortari, con quien tuvo una larga y muy fructífera relación de amistad hasta que lo dejó fuera de la contienda presidencial de 1994.
Esta relación de amistad aunado a una capacidad inusual para negociar, resolver conflictos y utilizar todas las herramientas que tiene disponible un político que sabe de diplomacia y educación, hizo que Manuel Camachos Solís se convirtiera no sólamente en un personaje destacado y cercano al poder, sino que colaboró de forma directa para mantener el status quo en un entorno político donde la izquierda mexicana literalmente renació.
Todo sucedió en las elecciones de 1988, cuando Cuauhtémoc Cárdenas compitió junto con Carlos Salinas de Gortari para la presidencia. En una jornada electoral inusual para la época, las votaciones resultaron sumamente cerradas y entonces sucedió la famosa “caída del sistema” que hizo famoso a Manuel Bartlett Díaz para justificar posible errores en los conteos de los votos, situación que olió más a fraude que a otra cosa.
En esos momentos y con la anuencia de Salinas de Gortari, Camacho Solís desde el CEN del PRI negoció de forma magistral para sus intereses y los del grupo que representaba, para evitar una situación de ingobernabilidad debido a la sospecha-certeza de que hubo fraude en las elecciones presidenciales.
Ésto colocó a Camacho Solís en la cima de los políticos en México, a pesar de que sólamente fue designado como regente de la Ciudad de México. Otro punto clave en su carrera y en la consolidación del régimen salinista, fue en 1989, cuando un paro nacional de maestros puso en jaque a Jongitud Barrios y significó el glorioso ascenso de Elba Esther Gordillo a la dirigencia del SNTE.
Detrás de todo esto estuvo la mano y la inteligencia de Camacho Solís, quien le propuso al presidente negociar con los maestros y buscar salida que beneficiaran a las dos partes. Así, cayó Barrios, subió Elba Esther y el resto ya lo sabemos.
Para muchos, Camacho Solís era un personaje que se aprovechaba de la cercanía con el presidente para meterse en ámbitos que no eran de su incumbencia ni jurisdicción. Para otros, era capaz de armar conflictos para él mismo salir a resolverlos para ganar terreno, presencia y fuerza en su camino hacia la presidencia.
Para finales de 1993 vino el momento de la caída y de la “derrota”, como el mismo Camacho Solís reconoció muchos años después. Siendo una figura preponderante en el gobierno de Salinas y con el poder que había adquirido por ser el “negociador oficial”, todos suponían que era el candidato natural y el “delfín” del presidente, sin embargo, Salinas prefirió a Colosio y ahí parece que fue el principio del fin de una época dorada en las filas priístas.
Enojado, defraudado y molesto, se alejó de la cúpula del poder, negó el apoyo al nuevo candidato y ni con el asesinato de Colosio, Camacho pudo ser nombrado nuevamente como candidato. Ya sea porque no lo eligieron o porque se negó a serlo, de cualquier forma el sueño de ser presidente se esfumó para Camacho Solís.
Después vinieron las negociaciones con el EZLN en 1994, los Acuerdos de San Andrés y tuvo nuevamente una muy alta visibilidad; sin embrago, su carrera en el PRI estaba terminada. Todo parece indicar que la valía como político de Camacho Solís se da cuando en el año 2000 decide competir por la presidencia con el Partido del Centro Democrático y retar al sistema que tanto ayudó a consolidar.
Su transición al PRD y lograr convertirse en un personaje muy influyente en los últimos años para la izquierda, significó que pudo ser uno de los artífices de los grandes triunfos electorales de este partido.
Esto parece que fue la “salvación” para Camacho Solís, quien dejó su pasado en donde figuró como uno de los engranajes más importantes del sistema en el poder, para crear toda una serie de redes, negociaciones e infraestructura para hacer crecer este partido al lado de personajes como Marcelo Ebrard y López Obrador, por ejemplo.
«Soy alguien que ha vivido con enorme intensidad la política. Me ha tocado vivir las crisis más importantes del país de los últimos 40 años y en cada una de ellas tratar de aportar algo para una salida constructiva», dijo Camacho Solís en alguna ocasión.
Se fue pues uno de los hombres que de acuerdo al punto de vista de cada quien, pudo ser un “soldado fiel” del sistema y del presidente en turno, o uno de los hombres claves que colaboró en cierta medida para la consolidación de la izquierda mexicana en el panorama político nacional.
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