Por Paty Caratozzolo.
El libro “Parejas en el arte” editado por Random House tiene 160 imágenes de amantes inspiradas en los cuadros, esculturas y objetos artísticos de la colección permanente del Museo Metropolitano de Nueva York.
Una de las parejas más visitadas del MET es la escultura que representa el beso entre Eros y Psiqué, del artista italiano Antonio Canova. La obra original en mármol, se encuentra en el Museo del Louvre de Paris, pero en el MET está expuesta esta versión en yeso que sirvió de modelo para hacer la obra principal. La pasión de Eros está a punto de concretarse en la forma de un beso que simboliza el momento de unión entre lo divino y lo humano. Las bocas entreabiertas de los amantes están a sólo unos centímetros creando una tensión insoportable precisamente por la incertidumbre del después… después del beso… después del amor carnal el amor espiritual, la eternidad.
Dicen que Gustave Flaubert no pudo resistir la tentación de besar la axila de la mujer en un arrebato herético que le valió el escándalo: demasiado parecido a besar la imagen de una Virgen.
De la India del siglo XIII nos llega otra representación del amor a través de los mithunas que decoraban el exterior de los templos hindúes intercalados con otras representaciones de los dioses a los que estaba dedicado el templo. El significado de los mithunas era la celebración de los placeres de la vida y también la posibilidad de que el alma humana se uniera al espíritu divino a través del ritual metafórico de la unión carnal.
El mithuna del MET es la “Pareja de amantes” que se encuentra en una pose erótica digamos… increíblemente acrobática. Ambos se ven de cuerpo completo, él apoyado de espaldas en la pared con su pierna derecha algo flexionada, ella de perfil le rodea el cuello con su brazo derecho y él le toma suavemente la cabeza, sus bocas están a punto de besarse y sus miradas se encuentran: tienen el semblante sereno y dulce, como 500 años después lo tendrán Eros y Psiqué.
¿La que más? Está en una foto de una escena de la ópera Orfeo y Eurídice de Christoph Gluck. La foto (1936) documenta la controvertida puesta en escena de George Balanchine en el Metropolitan Opera House donde Orfeo, Eurídice y Amor se ven, juntos y revueltos, formando un solo cuerpo con tres piernas, dos brazos, un ala y tres cabezas. La revista Time calificó la obra de “travesti” porque Orfeo, en lugar de ser una esmirriada contralto era un musculoso bailarín, y la que hacía de Eurídice les pareció semidesnuda.
Digan lo que digan, el amor eterno de los amantes de todas las épocas no podrá ser representado por una melodía más hermosa que la de esa ópera. A pesar del escándalo que provocará siempre que el amor carnal sea más intenso que el espiritual.
Paty Caratozzolo. Quisiera cantar «Feeling good» como la Simone o de perdida «Let’s do it» como la Fitzgerald. Algunas veces se lamenta quedito como la Dido de Purcell y otras llora a moco tendido como la Alcina de Haendel. El resto del tiempo anda con la mirada hundida en los paisajes brumosos de Turner y los dedos imaginando la tersura de cualquier escultura de Bernini. Prefiere el plano holandés al café americano, y la compañía de un barítono italiano al mejor widget de su celular japonés. Y definitivamente, si naufragara cerca de una isla desierta y pudiera llevarse un solo libro… ¡preferiría hundirse full fathom five!
Leave a comment
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.