Huge the Cara en el Festival Ajusco 2015

Texto por Juan Pablo Del Valle.
Fotos por Alejandro Glatt.

Estás en una especie de iglú inflado por aire gélido, bien arriba del nivel del mar, estás a mitad del Ajusco y el sol tomó la genial decisión de asomarse apenas unos cinco minutos; apenas como para que le dijeras: hola. Tus botas pisan un poco del buen lodo que cubre el suelo del Festival Ajusco, vas a medio gas y parece ser que los otros pocos aventureros están en las mismas.

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Un poco cansado de congelarme en ese extraño iglú que proyectaba documentales con más y más imágenes de las mismas leyendas del rock -de históricos que vieron tetas en Avándaro hace más de 30 años-, decidí salir junto con James (mi acompañante de aventura) y darme a la labor de cazar nuevas bandas.

Los sonidos que venían del escenario más grande me llevaron a él. De otro mundo, aliens, eclécticos, briosos, vibrantes, llenos de magia; era como compartir un vodka martini -agitado, no revuelto- en las estrellas. La banda que en ese momento tocaba estaba montando un show digno de aplaudir en un festival de dimensiones más grandes como un Ceremonia o un Corona Capital: encontré la vibra que necesita un festival con bandas emergentes, un festival como el Festival Ajusco.

Estoy hablando de la banda argentina Huge the Cara, una agrupación muy bizarra comparada con lo que nos tienen acostumbradas las ondas sonoras del país de la bandera del sol que normalmente llegan a nuestros oídos. Un sonido sexy, electrónico, con los teclados y guitarras haciendo melodías que nos podrían acompañar en un viaje a las playas de Urano.

Bajo y batería dictaban el ritmo de un viaje largo pero maravilloso; la cereza en el pastel una voz que animaba con confianza: «vengan, se la van a pasar bien, la pista de baile está puesta y hay barra libre». Huge the Cara fueron sin duda una de las mejores propuestas de este festival, tanto así que James y yo ya estamos esperando a que su nave espacial vuelva a regresar para llevarnos en ese viaje exquisito.