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La idea loca de Donald Trump como presidente

Por Daniel Higa Alquicira.

Hasta hace unos meses nadie se imaginaba que alguien pudiera pensar, y mucho menos plantearlo como una política pública migratoria, el hecho de deportar a millones de personas que están de forma ilegal en los Estados Unidos.

Todos pensaban que esto es imposible. Que la fuerza laboral migrante en algunas regiones del país vecino mantiene gran parte de los sectores productivos y prescindir de ellos era como hacerse un harakiri económico.

Incluso ahora recuerdo la película «Un día sin mexicanos», dirigida por Sergio Arau, en donde de manera muy cómica plantea todos los inconvenientes que tendrían en su vida diaria los estadounidenses si de la noche a la mañana no existieran más los trabajadores provenientes de México.

Así como ésto, también parecía una broma muy pesada el hecho de que Donald Trump pudiera ser candidato presidencial; que un personaje tan patético pudiera ser considerado al menos como elegible para dirigir los destinos de uno de los países más poderosos y conflictivos del mundo. Pero ahora resulta que ésto no solamente es real, sino que se ha convertido en una verdadera amenaza para México y el mundo entero.

«Sería un verdadero peligro para México y el mundo, para la paz y la estabilidad internacionales, la llegada de individuos de ultraderecha, viscerales e irreflexivos, como Donald Trump o Ted Cruz, a la presidencia de los Estados Unidos», aseguró Eduardo Rosales Herrera, profesor-investigador de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán (FES).

La idea de Trump de hacer un muro en la frontera y que México lo pague, deportar al menos a 11 millones de latinos migrantes, de acusar a los mexicanos que llegan a los Estados Unidos de ser violadores y asesinos, y ahora incluso aceptar que estaría dispuesto a declararle la guerra a nuestro país, es algo que parece inimaginable.

«Ellos (Trump y Cruz) son guerreristas; tienen un tono en su discurso de guerra fría, de confrontación, que ya provoca miedo en varios países latinoamericanos», señaló en su momento José Luis Valdés Ugalde, investigador del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM.

Y es que la realidad parece indicar que de no ser por una actividad electoral de mucho peso de las comunidades latinas, Clinton podría perder la presidencia en manos de Trump, quien dejó de ser el candidato ridículo para convertirse en una propuesta interesante y viable para muchos millones de estadunidenses.

Esto a pesar de que el actual gobierno de Barack Obama ha señalado que Trump no representa el espíritu ni las ideas de todo el pueblo estadounidense. Sin embargo, esta situación plantea la disyuntiva acerca de por qué Trump ha tomado tanta fuerza electoral con posibilidades incluso de ganar la presidencia.

Lo interesante de esto es que tal vez en el fondo de toda la «racionalidad» y «superioridad» que pregonan los propios estadounidenses, existe una faceta oscura de miedos, inseguridades y temores que hacen que personajes como Trump, con sus discursos racistas y xenofóbicos, se conviertan en una especie de mesías que los liberará de una vez por todas de todos esos seres extraños que no son como ellos.

Es decir, reconocen que el problema del racismo les ha causado mucho daño social pero su instinto de «superioridad» les dice que de alguna manera tienen que protegerse de esos grupos minoritarios que históricamente –según su perspectiva– siempre han sido un peligro.

En una encuesta realizada por CNN y Kaiser Family Foundation a finales de 2015, aproximadamente la mitad de la población en Estados Unidos, el 49 % para ser exactos, dice que el racismo es un «gran problema» en la sociedad de hoy.

«¿Está aumentando el racismo en Estados Unidos? ¿Ha cambiado nuestra concienciación? ¿O es un problema que se ha disparado? No hay una explicación única para este cambio, pero lo que está claro es que en todos los grupos demográficos encuestados hay un creciente porcentaje que dice que el racismo es un gran problema, y una mayoría advierte que la tensión racial está creciendo», señaló la encuesta en una parte de sus conclusiones.

Otro estudio realizado este año por la Fundación W. K. Kellogs y la escuela de periodismo de la Universidad de Northwestern, señaló que ha disminuido el porcentaje de personas que creen que las relaciones interraciales son «muy buenas o bastante buenas», es decir, aumenta la percepción de conflicto entre blancos, negros e hispanos.

Así, al menos el 44% de los encuestados blancos considera que las relaciones interraciales han empeorado y 66% de los negros piensa lo mismo.

¿Que conclusión apresurada podemos plantear con esto? Que un gran porcentaje de la sociedad estadounidense es por antonomasia racista, sin importar al grupo al que pertenezca. De ahí el crecimiento en las preferencias electorales de Trump.

Foto: Michael Vadon.

 

 

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