La sutil mirada de ‘Tangerine’

Por Eloisa Cornelio Bautista.

México es aún un país de tabús. Sí, se habla más abiertamente de algunos temas, pero jamás faltan las miradas de malestar y rechazo hacia aquello que una sociedad conservadora considera fuera de lugar. Por mucho tiempo, la homosexualidad, el travestismo, la prostitución se han abordado en el cine con diferentes matices, desde Pasolini reflejando en «Saló» como una más de las perversiones en su casa de los horrores, hasta visiones más tiernas e infantiles como la danesa de culto «Du er ikke alene». Lo que es verdad es que pese a todo, es hasta ahora que vamos más allá de la superficie para hablar francamente de lo que concierne a esto.

«Tangerine» es una ventana indiscreta hacia las vidas en las calles de dos prostitutas transgénero, Sin-Dee Rella y Alexandra. El conflicto comienza cuando tras haber cumplido un periodo de 28 días tras las rejas, Sin Dee se entera por Alexandra que Chester, su novio, tuvo relaciones con otra prostituta.

Casi al estilo de una sátira menipea, la cámara de un iPhone (sí, la película fue filmada por completa con un iPhone 5s) es la que sigue los pasos de Sin-Dee y Alexandra. «Tangerine» no va más allá de un día en la vida de estas dos mujeres, donde las emociones y varios personajes se entrelazan en un torbellino de peleas, drogas y delears, la lucha por alcanzar los sueños y la amistad en un mundo hostil y solitario en las calles de Los Angeles, donde «todos son mentiras con bonitos envoltorios».

Parecería una suerte encontrar a alguien a quien le importes realmente en una situación como aquella, donde el amor se intercambia por dinero y los golpes y gritos callejeros no son lo peor que podría pasarte. Sin-Dee y Alexandra son dos mujeres que luchan con garras y dientes por lo que creen que les corresponde, ya sea cantar en un escenario por un sueño que tal vez sea imposible, o por una promesa de amor. La trama en ningún momento es lenta, pero más allá de eso, humaniza personajes que son muchas veces pasados por alto como personas. Es refrescante la mirada de Sean Baker, sin las ya repetidas tomas abiertas y explícitas a la Larry Clark, que a su modo ha explorado en en sus filmes la prostitución y la vida en las calles.

Sean Baker sabe que el ofrecer sexo es tan sólo una parte de un retrato más grande. El retrato de la chica que tendrá que dormir en la calle por generar un escándalo en el lugar donde se prostituye, la determinación al perseguir los anhelos o el aburrimiento que a veces puede hostigar una existencia tan árida, las lágrimas y el dolor de perder a quien probablemente sea tu único amigo en el mundo. Sin-Dee y Alexandra son prostitutas, pero también son heroínas y son tan humanas como cualquiera.

Sin dejar de ver la ironía y la comedia en las situaciones que presenta, Sean Baker nos regala un filme atrevido y transgresor, aunque no de la manera convencional. Si bien filmar todo con un iPhone es parte de lo que la crítica sigue exaltando, tal vez es mayor la historia que nos cuentan: lo más trágico o devastador no es un final a la Edipo Rey (como «Strella», de Panos H. Koutras) o lo terrorífico de jugar a una ruleta rusa como en «Kids» de Clark, sino que pese a todo, «Tangerine» no muestra más que un día común y corriente en esas vidas que nos parecen tan ajenas. No hay muertes, tiroteos, ni redadas, y sin embargo sentimos la soledad, la tristeza maquillada con una amplia sonrisa en los labios, y la oscuridad que intenta ser desplazada por colores sobresaturados y vibrante, como los que encontramos en el filme de Baker.

«Tangerine» la puedes disfrutar a partir de hoy en cines mexicanos, gracias a la distribución de Cine Caníbal.

Con imágenes cortesía de Cine Caníbal.