Despertarse con Norma Jeane

Por Paty Caratozzolo.

«Vida – soy de tus dos direcciones
de algún modo permaneciendo colgada hacia abajo casi siempre
pero fuerte como una telaraña al
viento- existo más con la escarcha fría resplandeciente.
Pero mis rayos con abalorios son del color
que he visto en un cuadro – ah vida
te han engañado»,
Marilyn Monroe, anotaciones.

Poco después de la muerte de Lee Strasberg su viuda decide ofrecer a los coleccionistas de arte su legado. Todos sabían que encontrarían las pertenencias que Marilyn Monroe había dejado a su único amigo y protector; esperaban encontrar algo de ropa, fotos y posiblemente algunos documentos personales, pero nadie conocía la existencia de dos maletas repletas de libretas, cuadernos, notas, cartas y hojas sueltas llenas de anotaciones personales escritas de su puño y letra.

Stanley Buchthal y Bernard Comment revisaron el material y comprendieron el valor no solo testimonial sino literario de esos documentos y decidieron trabajar en la edición de «Fragmentos», que vio la luz en 2010, casi cuarenta años después de la muerte de Marilyn.

En el libro están los facsímiles de sus anotaciones, libretas negras y cuadernos de espiral, papeles membretados de los hoteles donde vivía y hojas arrancadas de los guiones que estaba estudiando. Se mezclan las líneas de los parlamentos de sus películas con sus reflexiones sobre los documentales que veía en la televisión, frases de un bestseller de moda con versos de sus propios poemas y así durante páginas y páginas a lo largo de casi veinte años. De esos papeles descubrimos que Marilyn era una verdadera apasionada de la literatura y la filosofía y que sentía auténtico interés por la pintura, la escultura y las artes en general.

En cada página del precioso libro aparece una foto de Marilyn leyendo en la sala, en el parque, en su cuarto, reclinada en un sofá, recostada en la cama o de pie entre los estantes de una librería.

«Mujer leyendo reclinada» (1960), de Pablo Picasso.

Y ahora sabemos que entre las cosas de Marilyn que quedaron a cargo de Strasberg estaba también su biblioteca personal, más de 400 volúmenes que muestran a una mujer que quería seguir aprendiendo y que tenía un enorme deseo de comprender el alma humana y la sociedad. Es entonces cuando se comprenden mejor las pocas entrevistas filmadas que perduran: inexorablemente el entrevistador, hombre o mujer, intenta sin desparpajo provocar un comentario soez, obsceno y morboso con preguntas que cualquier actriz hubiera rechazado ofendida, pero Marilyn se mantiene como una esfinge, tranquila, amable, con voz suave y condescendiente, una verdadera dama. Una dama hermosa.

«Springtime» (1872) más conocido como «Mujer leyendo», de Claude Monet.

Antonio Tabucchi en su prólogo nos pregunta desconsolado: “¿Cómo habría sido la historia si Marilyn, en lugar de poseer la extraordinaria belleza que la hizo famosa para el cine, hubiese sido una mujer de aspecto corriente?“

Dulce Norma Jeane, tú también recibiste la magnífica ironía de los dones: la vida te dio a la vez la belleza y la melancolía. Quisiste que despertáramos a tu lado y te recordáramos reclinada leyendo un libro. Así lo haremos, como en un Monet o en un Picasso. Palabra que sí.

Imagen de portada: Marilyn leyendo «To the Actor», de Michael Chekhov.

Paty Caratozzolo. Quisiera cantar «Feeling good» como la Simone o de perdida «Let’s do it» como la Fitzgerald. Algunas veces se lamenta quedito como la Dido de Purcell y otras llora a moco tendido como la Alcina de Haendel. El resto del tiempo anda con la mirada hundida en los paisajes brumosos de Turner y los dedos imaginando la tersura de cualquier escultura de Bernini. Prefiere el plano holandés al café americano, y la compañía de un barítono italiano al mejor widget de su celular japonés. Y definitivamente, si naufragara cerca de una isla desierta y pudiera llevarse un solo libro… ¡preferiría hundirse full fathom five!