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Solitaria paz, muerte y Carcosa

Columnistainvitado
Por Sandyluz
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Una atmósfera sombría y desoladora, un paraje donde el viento ulula y estremece, sin embargo, teniendo luz del día, es desconcertante sentir temor. Ningún ser vivo rompe la monotonía; sólo se vislumbran hierbas grisáceas, secas y raquíticas que brotan por doquier. Escasos árboles sin follaje, con troncos torcidos y escabrosos, enmarcan el paisaje. Ahí se halla extraviado el narrador protagonista del cuento «Un habitante de Carcosa», de Ambrose Bierce.

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Quizás este cuento sería premonitorio del desenlace real de su autor: extraviado en nuestra patria (sí, México) en tiempos de la Revolución. Lo último que se supo de él fue que dejó una carta donde decía: “ser un gringo en México… eso es suicidio”… (Como curiosidad, Carlos Fuentes se inspiró en Bierce para escribir «Gringo viejo»). Y es que para historias de terror, su vida: una de sus hermanas desapareció también, pero en tierras africanas, mientras realizaba un viaje de placer; jamás hallarían sus restos… Fue capturada por un grupo de caníbales, quienes borraron toda huella de su ser. Quizás por eso Ambrose Bierce cita en su cuento: “Existen diversas clases de muerte. En algunas, el cuerpo perdura; en otras se desvanece por completo con el espíritu” (Bierce, 2003: p.77). Indudablemente, Bierce se vio tremendamente afectado por tan traumático evento y de ahí su peculiar humor negro y su gusto por el tema de la muerte, pero no la muerte sangrienta o violenta, no, la muerte desconcertante, la que causa terror por pasar inadvertida y por confundirse con una transición, con una vida callada, como en “Un habitante de Carcosa”.

Carcosa, ciudad imaginaria, se describe como una urbe civilizada y primigenia –algo así como la Antártida–. El personaje se encuentra confundido y vagando; se recuerda con fiebre; quizás, estando delirante, se alejó mucho de su hogar. El lector siente extrañeza, cuando el narrador por fin se encuentra con alguien: un hombre de aspecto ancestral, un cavernícola, quien ignora al narrador protagonista y nos deja pensando sobre los ciclos perennes de las grandes civilizaciones antiguas. ¡Tan relativa la noción del progreso! En la última página, el clímax del cuento: inesperado y desestabilizante, momento epifánico que hace embonar las varias pistas puestas durante el desarrollo, mientras el personaje deambula. El desenlace provoca esa sensación de vellos erizados, pues el revelador descubrimiento del personaje protagonista es tan desolador como posible.

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Otra curiosidad sobre “Un habitante de Carcosa” es la referencia de dicha ciudad, en uno de los cuentos del gran autor de ciencia ficción, Lovecraft: “El que susurra en la oscuridad” (1930). El estilo verosímil de Lovecraft abre especulación sobre la posible existencia de Carcosa. Lovecraft toma, como referencia legítima, el lago Hali, cuyas aguas bañan Carcosa; aparentemente, bajo sus aguas vivieron criaturas tentaculadas de rostros horribles. Hali es también un nigromante, un habitante de Carcosa, cuyo nombre árabe sirvió para bautizar a la constelación de Tauro y cuyas palabras inician el cuento “Un habitante de Carcosa”, en la cita textual que detalla las diferentes clases de muerte.

“Un habitante de Carcosa”, narrado con ese suspenso que te hace leerlo de principio a fin, propone que el terror no necesita oscuridad, ni cuervos, ni monstruos; el terror convive con nosotros y respira a nuestro lado, a plena luz del día.

FUENTES CONSULTADAS:
Bierce, A. «Cuentos de terror». México: Alfaguara, 2003.
Lovecraft, H.P. «Antología de cuentos de terror». Volumen I. México: Porrúa, 2013.

IMÁGENES:
«Carcosa», de Michael Hutter.

IMG_5743Sandyluz. «Detrás de la pluma…» Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…

 

 

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