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La mano del caballero

Columnistainvitado
Por Paty Caratozzolo
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John Singer Sargent trabajaba en París hasta que un escándalo provocó tal controversia que tuvo que poner mar de por medio y refugiarse en Londres.

Todo empezó con el retrato que Sargent realizó para su amigo Samuel Jean Pozzi en 1881. El Dr. Pozzi era un famosísimo ginecólogo francés, joven, apuesto, rico y mujeriego conocido entre las mujeres parisinas como Docteur Dieu. El retrato de marras se saltó todas las convenciones estéticas, artísticas y sociales de la época porque muestra a Pozzi vestido nada menos que con una robe de chambre de prohibido rojo cardenalicio. Para completar la “ofensa artística” Sargent retrata a Pozzi en la misma actitud de «El caballero de la mano en el pecho» de El Greco, misma gorguera blanca y puños plisados enmarcando el rostro y las manos.

Las diferencias con el cuadro de El Greco resultaban incómodas: El caballero “de negro” mira al frente haciéndose cargo de su moral impecable, sostiene su mano derecha sobre el pecho con los dedos abiertos en juramento y por último reposa la mano izquierda con prudencia cerca de la empuñadura de su espada colgada en la cintura, mostrando su hidalguía.

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«El caballero de la mano en el pecho» (1580), El Greco.

El caballero “de rojo” mira a un costado esquivando nuestra mirada, la mano derecha acaricia distraídamente la solapa de la bata en una actitud erótica resaltada por la posición insolente del dedo meñique, y la mano izquierda se cuelga con desdén del delgado cinturón.

Aunque el cuadro se exponía en privado en la casa de Pozzi y su reputación académica era impecable, todo París sabía de él y el oprobio se esparcía soterradamente: los esposos preferían no saber de las mortales manos que habían navegado los pliegues de las privadas profundidades que dan origen a la vida y las esposas fingían no saber el origen del blasfemo apodo que las acercaba peligrosamente al pecado de lujuria. La fingida calma duró hasta la aparición de Madame X.

Sargent le pidió a Pozzi que intercediera con Madame Gautreau para poder retratarla. Amélie era una mujer reconocida por su extraordinaria belleza, por sus numerosos amantes (Pozzi incluido) y por su matrimonio de conveniencia con un acaudalado banquero francés. El retrato, finalmente expuesto en 1884 en el Salón de Paris, resultó una provocación insoportable para la sociedad parisina aunque se expusiera con el nombre de Madame X.

«Strapless» (2016), de Christopher Wheeldon.

El vestido de corpiño de terciopelo negro con vertiginoso escote corazón sobre la blanca piel que ella resaltaba con polvos lilas, ya era algo atrevido, pero el delgadísimo tirante caído del hombro que la dejaba prácticamente desnuda fue el acabose, Sargent intentó calmar los ánimos repintando el tirante en su lugar… pero era tarde: él termina exiliado, ella orillada al ostracismo.

Se necesitaron 132 años para que la mano del coreógrafo Christopher Wheeldon volviera a poner el tirante en su lugar dejándolo caer del níveo hombro, y así por fin la belleza de Amélie volviera a ser reconocida.

Imagen de portada: «Dr. Pozzi at home» (1881), de John Singer Sargent.

IMG_5743Paty Caratozzolo. Quisiera cantar «Feeling good» como la Simone o de perdida «Let’s do it» como la Fitzgerald. Algunas veces se lamenta quedito como la Dido de Purcell y otras llora a moco tendido como la Alcina de Haendel. El resto del tiempo anda con la mirada hundida en los paisajes brumosos de Turner y los dedos imaginando la tersura de cualquier escultura de Bernini. Prefiere el plano holandés al café americano, y la compañía de un barítono italiano al mejor widget de su celular japonés. Y definitivamente, si naufragara cerca de una isla desierta y pudiera llevarse un solo libro… ¡preferiría hundirse full fathom five!

 

 

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