Por Asfaltos.
Al ritmo de un buen danzón me acordé de ella, a quien le gustaba bailar de todo, hasta un buen danzón. Con su piel morena y sus piernas bien torneadas, se lucía ella al movimiento de aquel popular baile que vio la luz en Cuba a finales del siglo XIX, y que con los años, el tiempo y los bailes, se convertiría también en uno de los ritmos más populares en nuestro país al punto de ser también considerado como nuestro.
La historia del danzón en México se remonta también a finales del siglo XIX, cuando a través del estado de Yucatán llegó a nuestro país para extenderse por todo el país. La popularidad la acrecentó la presencia de músicos cubanos de la talla de Dámaso Pérez Prado, la Orquesta Aragón y Beny Moré, por mencionar algunos. El arraigo fue inmediato, y desde luego Ciudad de México no fue ajena al fenónemo. Bailadores, músicos danzoneros, salones y plazas para bailar fueron la constante.
De entre los sitios favoritos de los capitalinos para disfrutar de este ritmo musical ya por adopción mexicano, se recuerda indudablemente el edificio del arquitecto Genaro Alcorta, el Salón México. El espacio arquitectónico, que no estuvo planeado para ser un salón de baile sino mas bien una subestación eléctrica para los novedosos tranvías en la ciudad, terminó convirtiéndose en uno de los sitios más visitados por los coloridos bailadores que a ritmo de danzón se movían.
De aquel edificio ubicado en el 2do. Callejón de San Juan de Dios en la colonia Guerrero, en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México, solo quedan los recuerdos. Actualmente el espacio, si bien continúa albergando cultura, ahora es casa de La Nana, Fábrica de Artes, y no el salón de baile más relevante de la capital y del país que en algún momento fue.
En fin, para evocar tan lindas épocas en Ciudad de México, como siempre, afortunadamente contamos con la música. En este caso con el danzón «Salón México» de Tomás Ponce Reyes interpretado por Acerina y su Danzonera. Por cierto, Consejo Valiente «Acerina», al igual que el danzón que tanto amaba, nació en Cuba y se vino a vivir a México -donde por cierto, murió también-. ¡A bailar, se ha dicho!
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