Por Asfaltos.
El fin de semana pasado platicaba de cine con mi hermano, cuando de entre la baraja de temas que tocamos –as usual-, salió la película «Showgirls» (1995) del director holandés Paul Verhoeven. Hablábamos, a raíz de la entrega de los premios Oscar y la no nominación de su más reciente película «Elle» (2016) a «Mejor película extranjera», precisamente del cine de este polémico holandés que cayó de la gracia de la industria cinematográfica más poderosa del mundo.
Tras el éxito rotundo que significó «Basic Instinct» (1992) con Sharon Stone y Michael Douglas, y con una inusual libertad creativa y presupuestal, Paul Verhoeven inició su siguiente proyecto fílmico con la entonces polémica «Showgirls». La cinta, que a la postre terminaría resultando en un fracaso rotundo y atacada a mas no poder por los críticos de cine, significó un tropiezo de magnitudes tremendas que enterró entre otras, la carrera de la entonces estrella juvenil Elizabeth Berkley.
La cinta nos presenta la historia de una chica de la provincia estadounidense llamada Nomi Malone, quien viajaba hacia Las Vegas con toda la intención de convertirse en una gran estrella. Inocente en apariencia, pues en las primeras escenas nos percatamos que Malone no lo es tanto, poco a poco nos vamos enredando en el entramado mas bien sencillo de la historia que tendrá que recorrer la ambiciosa chica para finalmente poderse destacar en un ambiente un tanto complejo.
Sí, Nomi Malone era interpretada por Elizabeth Berkley, una curiosa selección por parte de Verhoeven, que lejos de ser improvisada contó con toda la intención del holandés para que así se lograra. Berkley, para que la ubiquen si no la conocen bien, había participado apenas 2 años antes en el éxito televisivo «Saved by the Bell», en el que había interpretado por 4 temporadas seguidas a uno de los personajes estelares, Jessica ‘Jessie’ Spano.
Iniciándose como bailarina exótica, Nomi Malone va adentrándose a un mundo donde la depravación es cosa de todos los días. Verhoeven nos va entregando una historia que además de lo evidente, escondía una denuncia muy clara entre líneas. En su camino, y como antagónica, Nomi se cruza en el camino de una estrella de la industria interpretada por Gina Gershon, Crystal Connors. Curiosidad, por cierto, resulta ser que de acuerdo a declaraciones de la producción, ambas actrices en la vida real tampoco congeniaban.
Con escenas de sexo que rayan en lo burdo, tosco y grotesco, así como con exagerados números musicales y espectáculos de bajo pelo, Paul Verhoeven vistió una cinta que pronto fue rechazada por el público y la crítica, al punto que resultó el fracaso económico que finalmente fue, y la tumba en la carrera de Elizabeth Berkley quien nunca más volvió a despegar.
¿Pero es en realidad tan mala «Showgirls»? La historia es simple y sí, bastante sosa. No hay mayor entramado y todo resulta bastante simple y evidente. ¿Las actuaciones? Casi todas muy exageradas, sobre todo la de Berkley cuyas escenas son recordadas por la sobreactuación dessmezurada. ¿Los números musicales? Pensada en algún momento como la cinta musical de Verhoeven, éstos resultan bastante malos y decepcionantes por quienes podrían haberse acercado a la película a raíz de esta expectación. Sin embargo, como ya expliqué, si se lee bien entre líneas, es como uno se encuentra con el que es posiblemente el verdadero significado de «Showgirls».
¿Es acaso una sorpresa que el cine de Paul Verhoeven integrara crítica y sátira? No, desde luego que no. ¿Es de esperarse que «Showgirls» resultara lo contrario? No, definitivamente no. Pensemos por ejemplo en «Robocop» (1987), que a la luz de una lectura rápida pudiera considerarse como una cinta más de acción; pero que sin embargo, en una segunda lectura, se nos presenta mas bien como una dura crítica al capitalismo. Sí, «Showgirls» venía siendo una continuación a la crítica que Verhoeven hacía a la propia cultura estadounidense.
Una chica, en este caso interpretada por una estrella juvenil que desea del mismo modo abrirse un camino en el mundo del espectáculo, llega a una industria donde las reglas están sentadas, y sí, éstas resultan todo menos limpias. Constantemente retada a no prostituirse para lograr sus obetivos, esta chica de provincia va cayendo en el juego asqueroso de la industria, para poco a poco formar parte de él e ir escalando posiciones gracias a sus no menos terribles acciones. Los shows a los que tanto aspira a participar, son malos, exagerados y de malo gusto; sí, justo como muchos de los que se realizaban, y realizan, actualmente en Las Vegas. Al final no todo era lo esperado, pues el precio a pagar es muy alto, y el horror dejado atrás es perturbador y bastante sucio.
Claro que Verhoeven no eligió a Elizabeth Berkley de manera aleatoria (aunque tuvo a otras opciones, como es el caso de Charlize Theron); muy posiblemente, por más perturbador que parezca, aprovechó su propia ilusión juvenil por destacar para redondear de manera perfecta a su personaje; mismo que personificó con pasión y exgareación para una película que probablemente no entendió del todo. De hecho, si se le pone atención a la antagonista, es probable que ésta sí entendiera mejor el tipo de película que filmaba el holandés, pues basta por verla actuando de gran manera para entregarnos quizá uno de los mejores personajes de la cinta.
Otra pista para entender a «Showgirls» es el personaje de Molly Abrams, interpretado por Gina Ravera, quien es desde un inicio la única que le entrega bondad a la perturbada Nomi, y al final de la película es también la única que termina sufriendo de tremenda manera las consecuencias de haber sido la única luz entre tanta oscuridad.
«Showgirls» es entonces si bien no la mejor película jamás filmada, tampoco es lo contrario, es decir, el bodrio que se presentó en su momento. Quizá el odio, más allá de las fallas propias que pueda llegar a tener, sea precisamente el atrevimiento del holandés a tocar un tema tan delicado como el de lo asqueroso que resulta una industria que vive a costa de los cuerpos, del sexo y de la apariencia y belleza de sus «productos». Quizá, para la industria fílmica estadounidense, la gotita que derramó el vaso fue aquella escena final donde se nos revela no sin mucha disimulación el próximo destino de Nomi: Los Ángeles.
Sí, recomiendo ampliamente «Showgirls», que con el paso de los años se ha convertido en una cinta de culto; y que nos permite desde luego ponernos a reflexionar sobre los muchos abusos que siguen cometiéndose en nombre de que el «show debe continuar»; a costa de en muchas ocasiones del género femenino que para esta industria ha sido siempre objetizdo y explotado, aún a costa de la humanidad de sus «productos».
Asfaltos. Sobrevivo en una ciudad junto a millones de personas. ¿Mexiqueño? Me enamoro rápido y olvido difícilmente. Amo la música, el cine, los cómics, las mujeres y -últimamente gracias a los servicios de streaming– las series también. Vivo la vida a través de letras y melodías. Músico frustrado. Me pueden encontrar escuchando U2, Radiohead y Coldplay; así como Grand Funk Railroad, Styx y Eric Burdon; Chetes, Jumbo y Siddhartha; y hasta Jesse & Joy, Silverio y Aleks Syntek. Batman y Star Wars mis pasiones; también el Cruz Azul, pero ya saben… subcampeonísimo. Sobreviviente y náufrago; ermitaño que odia la soledad.
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