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«Mimosas»: un relato épico, un relato de fe

Por Ana Escárcega.

En 2010 Óliver Laxe presentó en la Quincena de los Realizadores su ópera prima «Todos vós sodes capitáns», con la que ganó el premio FIPRESCI. En aquella ocasión, Laxe partía de una propuesta documental y se sumergía poco a poco en la ficción.

Con «Mimosas», película con la que ha ganado el principal premio de la Semana de la Crítica, se interna en la ficción para ir profundizando en sus estratos hasta llegar a los límites del fantástico y adentrarse en él.

La película está dividida en tres episodios nombrados con las posiciones del rito del rezo musulmán: reverencia, levantamiento y postración. En «Mimosas» coexisten dos mundos alejados en un tiempo anacrónico y en un espacio también indefinido, surcado por taxis en mitad del desierto y recorrido por una comitiva formada por un grupo heterogéneo, que acompaña a un maestro sufí en un viaje a través de las montañas.

Entre estos dos mundos separados existe un personaje en común, Shakib (Shakib Ben Omar), un enviado del futuro, que guiará la caravana hasta el final de su propósito, con la fe como motor impulsor, mientras se enfrentan a la fuerza de la naturaleza como algo también sagrado e inabarcable.

«Mimosas», en otras palabras, se trata de un relato épico que es, en realidad, un acto de fe. Pero, cuando Shakib aparezca en el otro universo, se encontrará con un grave imprevisto. El maestro, abatido por la desconfianza de sus seguidores, puso fin a su existencia.

Tras su llegada, Shakib se enfrenta a una doble misión: devolver la fe a esos hombres y convencerlos para llevar el cadáver hasta la ciudad de Sijilmasa, donde recibirá un entierro digno. Así, el héroe de este neo-western sorteará todo tipo de peligros –bandidos, motines, tiroteos o accidentes geográficos– para que la espiritualidad prevalezca en el mundo.

La mística del viaje de «Mimosas» recuerda al recorrido interior de un hombre que camina sin rumbo, perdido en un espacio abierto que no le pertenece, solo guiado por su experiencia interior.

 

La espiritualidad es la quintaesencia de este segundo largometraje de Laxe. El director retrata dos Marruecos, de dos esferas espacio-temporales distintas, donde sus habitantes –interpretados por los mismos actores en ambos universos– vencen los obstáculos que encuentran en su peregrinaje en función del grado de fe que profesen. Pues, sus vidas serán puestas en peligro cuando sus esperanzas o creencias religiosas se debiliten.

«Mimosas» propone un acercamiento a la cultura local sufí, pero define la espiritualidad que cerca Marruecos en un sentido panteísta, buscando rastros de ella en lo mundano. Es decir, cuando ésta luce tras los paisajes –embellecidos con la superlativa fotografía de Mauro Herce– o en el interior de las personas.

«Mimosas» pueden disfrutarla ya en Cinépolis Diana, Cinemex Reforma Casa de Arte, Cineteca Nacional, Cine Tonalá Roma sur y en Tijuana en Cine Tonalá Tijuana.

Con imágens cortesía de :ND Mantarraya.

 

 

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