Texto por Andrés Garza.
Fotos por Elizabeth Meza.
«Es imposible decir lo que voy a hacer, excepto que espero hacer la mejor película jamás hecha.»
Esa y más frases podrán encontrar en los muros de las múltiples salas que conforman la exposición de Stanley Kubrick que ha llegado desde diciembre pasado a la Cineteca Nacional.
Stanley, uno de los directores más polémicos de todos los tiempos, ha sido conocido por la extensa variedad en su filmografía, que va desde comedias satíricas hasta thrillers de alto contenido sexual. El genio cinematográfico, nacido hace ya 88 años en Manhattan, Nueva York, es presentado de manera detallada y majestuosa frente a los visitantes. Haciendo honor a un hombre que, si bien no es recordado por su simpatía o carisma, sí lo es por el gran nivel de calidad mostrado en gran parte de sus películas.
La exposición cuenta con múltiples salas que nos hacen viajar a cada una de sus películas y aspectos sobre su vida, comenzando por sus inicios como cineasta, que en realidad se podrían ver más como de fotógrafo ya que ahí fue el campo en el que comenzó a desarrollarse como aficionado y, más tarde, como profesional. En toda esa sala se puede sentir un aire nostálgico al ver sus primeros trabajos fotográficos. Después podemos encontrar sus primeras realizaciones fílmicas, encontrando dos cortos de los tres que dirigió a lo largo de su carrera. Todo esto antes de toparnos con las siguientes salas, que son usadas individualmente para albergar cada una de sus películas. Una imagen de Dolores Haze en una pose provocadora, rodeada por flores que cuelgan y paredes en tonos rojos decoran el área dedicada a «Lolita», estupendo montaje lleno de sensualidad, al igual que la película. Uno de sus filmes más controversiales que causó revuelo en Estados Unidos, y debido a eso, el director debió filmarla en el Reino Unido.
Enseguida se encuentra un espacio que nos transporta a la mitad de un cuartel de guerra durante la época de la guerra fría, lugar donde se desarrolla la historia de la única comedia dirigida por Kubrick: «Dr. Insólito o Cómo aprendí a no preocuparme y amar la bomba», la cual recibió 4 nominaciones a los Premios de la Academia, entre ellas, «Mejor película». Más adelante está una sala que al igual vale la pena mencionar, una sala que nos lleva a un viaje en el tiempo dentro de la tierra y también fuera de ella. Hablo de la sección dedicada a «2001: Odisea en el espacio», uno de los largometrajes más alabados en la historia del cine, y en la que se encuentra la verdadera joya de la exposición. El único Oscar que ganó Stanley durante su larga carrera fue el de «Mejores efectos visuales». Una imagen que se queda grabada en la mente de quien lo vea, un impresionante brillo dorado muy difícil de olvidar.
De esta misma manera, las salas que continúan más adelante son usadas para cada uno de sus filmes restantes, todas representando la esencia de éstos. Y claro, exponiendo utilería original de sus películas. El vestuario de «Ojos Bien Cerrados», las cámaras que utilizó a lo largo de su vida, la computadora HAL 9000, y muchos objetos más son mostrados en cada una de las habitaciones. Objetos que le dan vida a una exposición que nos hace entender a un Kubrick que muchas veces nos es presentado como un hombre retraído y amargado. Pero esta exhibición nos hace ver mucho más que eso, nos hace darnos cuenta del amante del ajedrez y la fotografía, conocedor del mundo musical, aficionado al cine de Woody Allen y creedor ferviente de la vida extraterrestre.
Kubrick siempre quiso compartir historias y experiencias jamás vividas o contadas a los espectadores, y esta exposición, un auténtico viaje al interior de su retorcida pero brillante mente, es un reflejo de sus intenciones como director.
Fechas: Hasta el 29 de mayo de 2017.
Costo: $65.00 ($45.00 presentando credencial de estudiante vigente).
Horario: Martes a domingo de 12:00 a 21:00 horas.
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