Danny Boon le da vida a François Gautier, violinista que, desde que tiene memoria (y por causas muy cómicas que sólo el espectador llega a conocer) ha sido alguien que evita gastar dinero lo más posible, volviéndolo completamente tacaño y, por lo tanto, egoísta y difícil de coexistir. La gente lo rechaza por su poco interés en los demás, y a pesar de ser compañeros o «amigos» de hace años, él prefiere estar sólo, debido a que es más barato estar de ese modo.
El problema de François va tan lejos como para nunca encender las luces de su casa, tardar dos minutos en la regadera e incluso usar condones de baja calidad y caducados lo que provoca, para su gran sorpresa (y disgusto) tener una hija, de la cual no supo por muchos años. Este descubrimiento, y la lucha por conquistar a la nueva chelista de su orquesta, lo llevan a un estado de pánico y a un cúmulo de mentiras por evitar gastar, cuestión que no será fácil, pues ambas mujeres (la chelista y su hija) lo aman por alguien que no es: un benefactor. La historia se torna dramática cuando varias historias se van descubriendo y Gautier tendrá que enfrentarse a la decisión más difícil de su vida, de la cual no habrá vuelta atrás.
La película se puede resumir de un solo modo: risas. La historia está repleta de momentos cómicos, pues las acciones de Gautier son inesperadas e (hasta cierto punto) «inhumanas». Claro, todos conocemos a alguien similar e incluso nosotros mismos somos similares, ya que crecimos en una sociedad donde el dinero define gran parte de nuestras vidas, pero el protagonista rompe todos los estigmas y en un momento te cuestionas si realmente es posible que alguien así exista fuera de la pantalla (para lo que muchos deben de conocer la respuesta). Pero eso no quita que toda idea descabellada del músico, con tal de no pagar o donar dinero, haga que te mantengas limpiando las lágrimas.
La película fue dirigida por Fred Cavayé, y el cast que acompaña al protagonista son Laurence Arné en el papel Valérie, la chelista a la que busca conquistar, quien completa un casting de comedia; Noémi Schmidt en el papel de Laura, la hija de Gautier, mostrando la ternura de una chica conociendo al padre que idolatra y busca ganar; y Patrick Ridremont en el papel del único amigo, y banquero, del protagonista.
La película es de aquellas comedias que, aunque hacen pasar un gran momento, se quedan en eso: comedias palomeras. Posiblemente no es la mejor película ni será la más recordada (a pesar de que saca su buena tanda de carcajadas), pues no ofrece un mensaje ni ningún objetivo y deja que sus talentos se desperdicien, pero se puede asegurar que ofrecerá una hora y media de diversión. El cine francés es uno de los que más suele ofrecer, pero creo muchos podrán estar de acuerdo en que se puede lograr mucho más que recaer en la comedia hollywoodense.
«¡Qué tacaño!» estrena mañana viernes 14 de julio en cines nacionales cortesía de Amarok Films.
Imágenes cortesía de Amarok Films.
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