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Belleza colateral

Columnistainvitado
Por Sandyluz
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Hace poco tiempo tuve la oportunidad de ver una película del escritor Allan Loeb, dirigida por David Frankel: «Collateral Beauty». Y quizás esto poco les signifique, pero, tal vez, al igual que yo, al mencionarles que en el reparto se encuentran Will Smith, Edward Norton, Kate Winslet, Kiera Knightley y Helen Mirren, esto comience a parecerles más interesante. En realidad fue una de esas veces en las que te permites ver una película ligera y taquillera, teniendo la esperanza de encontrar algo sustancioso, al ver por ahí el nombre de Edward Norton, quien, además de ser uno de mis actores favoritos por actuaciones como «American History X», «The Fight Club» y «Birdman», piensa concienzudamente qué papeles aceptar. Es un alivio no equivocarse. «Collateral Beauty» (2016) cumple, y además, desarrolla significativamente ese concepto por el cual el filme recibe su nombre: belleza colateral.

Durante estos días he andado muy sensible y meditabunda acerca de las extrañas bellezas y de cómo los sentimientos de melancolía, desolación y desesperanza pueden llevarnos a la contemplación más íntima, a la conexión más introspectiva con los seres y haberes del mundo, ésos ocultos tras bambalinas ante el despliegue de los paradigmas y estereotipos de belleza de nuestra sociedad de masas; toda esta decantación filosófica a raíz de la canción «Significant other» del tan auténtico como alternativo cantautor Steven Wilson (dicha canción aparece en su álbum de solista «Insurgentes» (2008), pero también en el álbum recopilatorio del 2015 «Transience», el cual es tremendamente recomendable para divagar sobre cuestiones existencialistas, y sobretodo, por su propuesta musical alternativa: un rock progresivo con depurada calidad). Entonces, cuando reveladoramente comprendo el mensaje esencial en «Significant other» y en «Collateral Beauty», mi forma de apreciar la vida, el tiempo y la muerte adquiere un matiz atípico: los bellos momentos y placeres pueden venir de las cosas más tristes, feas, oscuras e imprevistas.

«Collateral Beauty» se centra en el difícil y no superado duelo de un hombre, Howard (interpretado por Will Smith), otrora entusiasta líder de su propia empresa. Cuando muere la hija de Howard, con seis años de edad, éste decide apartarse de todo y todos, dejando su vida a la deriva, sumiéndose en una depresión que peligrosamente lo aísla y transforma en ermitaño. Sus colegas y amigos (Edward Norton, Kate Winslet y Michael Peña) emprenden acción para traerlo de vuelta a la vida, a través de confrontarlo con los tres personajes abstractos, a quienes Howard escribe cartas poco amables: la muerte, el tiempo y el amor. El plan de contratar actores, que desempeñen cada uno su rol, rebasa las barreras de lo viable, cuando Howard finalmente vuelve a enfocar su mirada en el contacto humano y en el mundo.

Aun cuando el argumento parezca bastante trillado y nos remita a la lección aprendida por el hosco personaje de «Cuento de Navidad» de Charles Dickens, el asunto interesante de esta cinta es el sorpresivo clímax y la premisa básica sobre la cual descansan todas las acciones y peripecias: cierto es que hay drama, fealdad, terror y desesperanza en nuestra vida, pero justamente en esa brecha oscura, incomprensible, tétrica y desoladora descansa el espacio vacío, el silencio, la nada, la posibilidad, la belleza de la complementariedad, que nos lleva a asimilar que hay blanco porque hay negro; que hay aspectos hermosos en la peor de las tragedias; sí, la belleza colateral reposa lánguidamente,  en el peor evento de nuestras vidas.

Hablando del clímax, sería un error narrarles su epifanía, sin embargo, puedo garantizarles que es tan sobrecogedor, como desconcertante; es impredecible cómo intersectan los destinos de los personajes, justo en el momento cumbre del filme. ¡Vean la peli! Además, las actuaciones de grupo tan selecto de actores realmente pesan en el fluir de las acciones y en la convicción que construye este drama navideño. Al final, más allá del desenlace esperanzador con un día soleado y el cruzar por un puente, debe quedarnos la reflexión de la trascendencia de los buenos y malos momentos que confeccionan nuestro devenir.

 

La belleza colateral de las cosas pisa el mundo cuando suceden accidentes, tragedias, malos ratos y confrontaciones que ponen nuestra calma en jaque. La tranquilidad se vuelve anhelante destino, gracias al vértigo y al caos. Nada es en vano; todo, incluso lo terrible o sinsentido aporta utilidad y belleza a nuestras vidas. Después de todo, y como diría el filósofo alemán Nietzsche: «you need chaos in your soul to give birth a dancing star».

Fuente consultada: Frankel, David. Collateral Beauty. E.E.U.U.: Warner Bros, 2016.

IMG_5743Sandyluz. “Detrás de la pluma…” Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…

 

 

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