Por Sandyluz.
Historia que inicia en tiempo presente; luego, a partir de las cavilaciones de su personaje protagónico, da marcha atrás para desglosar los eventos pasados, ahí donde sucedieron eventos inexplicables. Su protagonista carece de certeza, lo cual abre la puerta, para que lo fantástico incursione en la cotidianidad, sea del personaje, sea del lector… Dicha fórmula narrativa simplifica, a grandes rasgos, lo contenido en el cuento «La tumba» del autor H. P. Lovecraft, a quien me daré a la tarea de analizar en éste y en varios escritos posteriores, para honrar su trayectoria como cuentista de terror. Me encantaría poder exhortar a la lectura de sus páginas, como admiradora amateur que soy de su trabajo.
Podemos decir que este relato tiene un poco de psicológico, pues todo él se desenvuelve en el recuerdo, o sea, está basado en la subjetividad de su narrador protagonista. En buena parte de sus cimientos, se intentan reconstruir los hechos reales, lo racionalmente creíble, a partir de los eventos que el personaje reflexiona y jura tangibles. Al inicio del cuento, a manera de gancho, se nos dice de forma, casi testimonial, que el personaje se llama Jervas Dudley y que está recluido en un asilo para enfermos mentales (primera pista de que no todo anda bien). Sin demorar mucho, al lector se le muestra el conflicto del cuento: Dudley se obsesionó con la tumba ruinosa de una mansión vecina. En el desarrollo del cuento el conflicto inicial crece, generando transformación en la conducta de Dudley, quien se torna, más y más solitario, ensimismado, obsesivo e inadaptado: metáfora de que la introspección del individuo provoca rechazo social.
Ya en el desarrollo del cuento, no queda duda de «lo fantástico» en el cuento, cuya peculiaridad es la ruptura de la realidad cotidiana con la aparición de personajes o eventos anormales o irreales, que pueden confundir al lector ante la presencia de espacios vacíos (indeterminaciones) y desenlaces o eventos irresolutos, que generan la sospecha de que «lo inexplicable» se ha hecho presente. En «La tumba», el misterio guardado en el interior de la tumba va más allá de osamentas, polvo y ruinosas glorias de una familia de abolengo; Dudley se siente cada vez más atraído por la historia familiar que descansa en tal recinto. Entre las sombras y oscuridades, las visiones nocturnas que el personaje experimenta, pero sobretodo, en el punto crucial (clímax) del cuento, las reminiscencias nos aproximan a los temas de «la vida del más allá» y «la reencarnación». Finalmente, el personaje es considerado un loco por aquéllos que sí siguieron con los dos pies puestos en «este mundo». El protagonista llega a la última página del cuento, esperanzado de que algún día puedan reposar sus restos en esa tumba, que ha sido su proyecto, su delirio.
Cabe mencionar que «La tumba», aludiendo a su nombre y a que es un lugar, es el tipo de relato donde la descripción de ambientes se prioriza, para generar una atmósfera tensa, de suspenso, de terror; ¡vaya que lo logra! No cabe duda de que los peores terrores aún descansan en nuestra mente, en la evocación de esas sensaciones, guardadas en las palabras de la narración: desde un escalofrío ante la silenciosa incertidumbre, hasta un estremecimiento de asco, debido a la putrefacción natural ¿o fantástica? del escenario, donde respiran las acciones.
¿Por qué me da por recomendarles leer a Lovecraft, y, específicamente este cuento? Hay que mencionar que este autor siguió los pasos, en cuanto a género y temática, nada más y nada menos que de Edgar Allan Poe, quien es ampliamente conocido por sus cuentos de terror y por inaugurar el género del relato policiaco, con su personaje Dupin en «Los crímenes de la calle Morgue». Vale la pena leer más al respecto porque Lovecraft introduce, como nadie, el elemento de ciencia ficción en sus cuentos; plantea, de manera anticipada para su época, la posibilidad de vestigios e influencia alienígena, en el desarrollo de nuestra civilización humana. ¿Han oído hablar de mundos secretos, portales a otras dimensiones, seres reptilianos y acuáticos primigenios? Ése es el tenor del universo lovecraftiano. Claro, entre la duda científica, la posibilidad y el mito, se teje el puente de la imaginación, que deja perplejo hasta el lector más escéptico. Así, en «La tumba», la tentativa de venir a esta vida, pero recordar eventos de la anterior es la sospecha, la fantasía o la horrible realidad. Así, mejor olvidar, pues «recordar el pasado es estar condenado a repetirlo» (George Santayana).
Fuente consultada: Lovecraft, H.P.. Antología del horror. Vol. I. México: Porrúa, 2013.
Sandyluz. “Detrás de la pluma…” Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…
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