Armando Palomas y su «Bar Pesadilla» lucieron en el Lunario

Texto por Yuriko Alhelí Hidalgo Martínez.
Fotos por Víctor Manuel Becerril Luna.

La noche en «Bar Pesadilla» arrancó bajo luces rojas que llenaban de inquietud y entusiasmo a los fieles seguidores del gran «artista de banqueta». Con su eterno trago en la mano, un distinguido sombrero y pasión pura en las venas, Armando Palomas inició el show acompañado de sus músicos, a quienes cedió varios momentos para lucir su enorme talento. Más que músicos los miembros de su equipo se han convertido en inseparables amigos que han ayudado a consolidar la carrera de Palomas, la cual lleva más de veinte años de pie.

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Al compás de la batería, las guitarras y del característico brindis previo a cada función, inició el show. El Lunario del Auditorio Nacional no sólo se convirtió en un escenario, se transformó en una pista de baile, en un océano de sonidos, sentimientos, risas y rock. Con cada canción que era interpretada, el público entraba más y más en calor, desgarrando sus gargantas al sonar temas como «Hasta el fondo del zaguán», «Las muchachas de hace tiempo» , «Marlon Brando ya murió» y «Gatos, perros y este asqueroso blues».

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Casi de inmediato comenzaron las tan esperadas sorpresas de la presentación, iniciando con el acompañamiento de José Cruz, fundador del grupo Real de Catorce, quien movió corazones con la maravillosa melodía emitida por su armónica al interpretar «Azul». La noche siguió y Palomas hizo bailar frenéticamente  a su público, llamado por él mismo la «veladora». Sus animadas e irreverentes canciones invitaban a todos los presentes a sostener fuertemente sus tragos y apoderarse del espacio que en aquel momento se había convertido en la sede de una gran fiesta, donde los saltos, las canciones y la euforia hacían retumbar el piso del Lunario.

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Entre gritos y silbidos, el peculiar intérprete de «Amanece diario y ya la extraño», originario de Aguascalientes, abrió paso a sus siguientes invitados, con quienes previamente había compartido escenario de forma exitosa. Llegó Rafael Catana, El Mastuerzo, Big Javi y otros grandes amigos del cantautor hidrocálido; juntos empaparon el lugar con bromas, música y buena vibra. Después de un excelente rato coreando «El sirenito» y la mezcla cómicamente distorsionada de varios temas de otros grupos y cantantes mexicanos, llegó la parte romántica del espectáculo, acompañada de la bella voz de Karely Esparza en “Déjame besar tus ojos”, que conmovió a más de uno. Antes de interpretar «Cuando yo ya no esté aquí», elemento de su más reciente producción, «Bar Pesadilla», el rockero mexicano compartió con su querida «veladora» algunos comentarios que recibió de sus seres queridos en cuanto les presentó el track: «Cuando le enseñé esta canción a mi equipo, dijeron ‘Palomas, lo volviste a hacer’;  cuando se la enseñé a mi mamá, dijo ‘Palomas, tengo 93 años, ya no hagas esas canciones'».

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Armando Jiménez, nombre real del intérprete nacido en Aguascalientes, ha destacado por dejar su firma sobre cada proyecto en forma de trabajo duro, honestidad y empatía.  El gran éxito que nació con él hace tantos años nos permite estar seguros de algo: cuando él ya no esté aquí, la lluvia no dudará en cantarle la canción que él prometió cuando comenzó el granizal.