Texto y fotos por Yessica Daniels.
Hace algunos años Carlos Sadness era querido y admirado por cientos de mexicanos que le pedían a gritos a diferentes productoras de eventos y disqueras que el sueño de tenerlo en México se volviera realidad; o al menos que pudieran editar sus discos en formato físico para que los admiradores nacionales de hueso colorado pudieran estar más cerca del catalán.
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En octubre de 2016 los gritos fueron escuchados y no solo fue programada una fecha para el artista, sino una segunda también debido a que en cuestión de segundos los boletos fueron vendidos. Para sorpresa de propios y extraños en saber quién era Carlos Sadness y por qué estaba causando tanta expectación desde ese momento y hasta la fecha, no habido momento en el cual el cariño y admiración del público mexicano se haga presente, ya que fecha que anuncia, fecha que los fans abarrotan.
El músico y también ilustrador tiene un gran pasado musical, que aunque en entrevistas a mencionado que su etapa como Shinoflow quiere mantenerla solo en el recuerdo, lo cierto es que los verdaderos fans saben que este momento en su vida fue pieza clave para lograr grandes temas como los plasmados en el álbum «Ciencias celestes» que el pasado 1 de diciembre presentó de manera impresionante en las instalaciones de El Plaza Condesa.
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Como es costumbre, algunos fans deciden llegar desde muy temprano para estar un poco más cerca de Carlos, motivo por el cual, Sadness aprovechó la oportunidad para agradecerles, llevándoles desayuno y bebidas refrescantes para que la espera fuera un poco más llevadera.
El show comenzó pocos minutos después de las 21:00 horas cuando el músico Pehuenche subió a interpretar temas como «Risueño», «Camina» y «Sin tu querer» que se encuentran disponibles a través de la plataforma de Spotify. Aunque fue una participación corta, los asistentes fueron bastante respetuosos y estuvieron atentos en todo momento.
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La noche prometía ser un show espectacular, no solo porque las entradas al show incluían el «Ciencias celestes» editado por primera vez en nuestro país, sino tambipen porque el show sería un gran momento para recordar uno de los materiales más significativos que hizo de Carlos, uno de los artistas ibéricos más importantes en los últimos años.
El repertorio musical dio inicio con los temas «Fue tan importante», «Perseide» y «La idea salvaje». Para que inmediatamente después siguiera con canciones como «Celeste», «El día que hizo más viento que nunca», «El gran momento» y «Volcanes dormidos».
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La única participación especial de la noche corrió a cargo de Melissa Robles (integrante del grupo Matisse), que Carlos conoció en su primera visita a su disquera SONY. Aunque los géneros musicales son un poco distintos, Carlos quedó encantado con Melissa debido a su impresionante manera de tocar el ukelele, además de su forma tan peculiar de interpretación.
Melissa fue la encargada de interpretar junto con Carlos temas como «Días impares» y «Amor papaya».
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Asi siguieron desfilando temas como «Amores flacos», «Miss Honolulu», «Aau revoir» y «Bikini», para despedirse y darle paso al primer encore de la noche. Es importante mencionar que aunque era un show exclusivo del disco «Ciencias celestes», el músico aprovechó para tocar temas de otros discos.
Tras los gritos y aplausos del público, Carlos volvió a subir al escenario, agradeciendo a los asistentes su paciencia y cariño de siempre tras los sismos que azotaron nuestro país. Mencionó que estaba contento de poder volverlos a ver a todos.
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«Hoy es el día» y «Groelandia» fueron los temas elegidos para cerrar la velada, no sin antes darse la oportunidad de repetir el tema «Fue tan importante» con el cual inició el show, solo por puro gusto de hacerlo.
Seguido de «Qué electricidad» y «Monteperdido», al terminar el show me hice la siguiente pregunta: ¿Qué se encontrarán haciendo todos aquellos productores que no confiaron en el talento y poder de convocatoria de un español para traerlo a México?
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Que sí, tal vez era independiente y no contaba con monstruos trasnacionales que lo representaran, pero que el talento y ganas de hacer música eran su única carta de presentación.
Y que sí tal vez ahorita tenga más fans y toda la producción con la que sueña un artista, pero que esperemos que en escencia siga existiendo ese Shinoflow que nos cantaba: «Me voy al centro de mi corazón, para decirle: ¡escúcheme usted! Que yo quiero que lata, que me dé la lata…»
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