Texto y fotos por Yemmy Sierra.
Conocí a la Ing. Josefina Aguilar Rico y Javier Camargo García en la Semana Nacional del Emprendedor en 2015, me atrajo lo brillante que eran sus esferas y las guías que tenían que no había visto antes; me sorprendió cuando me dijeron que estaban en Tláhuac y al mes decidí hacerles una visita en su taller.
Foto: Josefina Aguilar, Julio y Javier Camargo en un día de trabajo.
La visita a su taller me sorprendió, creo que nunca había reparado en la forma en que se elaboran las esferas, ¡cada esfera es elaborada artesanalmente! No usan máquinas y se apegan muy bien a su misión: elaborar adornos de vidrio soplado únicos y novedosos. Cada año sacan varios nuevos productos, fui hace unos días a su taller y ya tienen en mente lo que quieren sacar para 2018; realizan su planeación a principios de año, definen qué quieren lograr y a quién tienen que contactar; para ellos es muy importante no copiar, buscan ofrecer nuevos productos que tengan calidad. Josefina comenta que tristemente artesanos de otros estados han copiado las esferas que vienen de China de baja calidad buscando competir en precio y hasta ahí se han quedado, pero ellos buscan diferenciarse, esto lo realizan desde la selección de su material. El vidrio que utilizan es vidrio neutro libre de impurezas y de tóxicos. ¿Por qué? En primera porque están conscientes de que las familias que se esmeran en adornar regularmente tienen niños pequeños en casa y no les gustaría que su producto causara algún daño a sus clientes. En segunda porque ellos soplan cada esfera y consideran importante proteger la salud de todos. Curiosamente el vidrio lo compran a una empresa alemana, ya que no han encontrado una empresa mexicana que les pueda garantizar la calidad y mantener el precio ya que regularmente el vidrio de esta calidad se utiliza en la industria farmacéutica y puede triplicarles el costo.
Mapa con ubicación de Tláhuac dentro de Ciudad de México en México.
Me consta que las esferas son resistentes, han sobrevivido las manos curiosas de mis hijos, me dicen «no vamos a cambiar nuestra calidad por tener dinero más rápido», y esto se dice fácil, pero lo difícil es mantenerlo. Iniciaron operaciones en el año 2000 y pasaron 14 años antes de obtener su primera utilidad, ellos no vienen de familias que se dediquen a la fabricación de esferas, iniciaron por el gusto a la artesanía de vidrio soplado y el deseo de tener un negocio propio. El papá de Josefina le enseñó la técnica básica de vidrio soplado en esfera y de ahí fueron experimentando y capacitándose para ir mejorando.
En retrospectiva admiten que cuando empezaron, la falta de experiencia y de saber administrar un negocio hizo que el proceso fuera más difícil; tomaron créditos con intereses muy altos y esperan en un futuro cercano estar libres de deuda. Afortunadamente el temblor no dañó su taller y las esferas quedaron intactas, una prueba más de su resistencia; no se puede decir lo mismo de su cocina que va a necesitar arreglos, pero confían que poco a poco y a través de su trabajo van a poder repararla.
La propuesta de valor de sus productos es que sean originales, diseños únicos, resistentes a las roturas, diseños totalmente artesanales, decorados a mano. Todas las técnicas y herramientas ellos las han ido desarrollando.
El proceso depende del tipo de esfera que estén elaborando, a grandes rasgos es: globeo, pintar o metalizar, decorar, cortar, realizar el encasquillado y empacar.
Foto: Proceso para la elaboración de esferas.
Uno podría pensar que su trabajo se limita a Navidad, pero no, han sabido adecuar la técnica y sacar nuevos productos para diferentes ocasiones, por ejemplo para el 14 de febrero realizan corazones de vidrio soplado, para bodas y fiestas hacen centros de mesa que personalizan bajo pedido. Para conocer más de su trabajo o incluso tomar un taller para hacer su esfera, pueden visitar su página.
Yemmy Sierra. Amante de la artesanía, la comida, la vida y la buena compañía por lo que a menudo me encuentran en ferias y exposiciones junto a mi familia. Apasionada del aprendizaje, siento repentinos e intensos llamados que me han llevado desde estudiar japonés hasta loditos uno en cerámica. Me gusta sobreanalizar la vida, sumergirme en mis pensamientos, encontrar nuevos caminos, recorrerlos y desrecorrerlos. Aún conservo la esperanza en la humanidad y creo que cuando cambie yo, cambiará el mundo: he encontrado en el emprendimiento la manera de sublimarme.
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