Por Asfaltos.
Recuerdo muy bien, una noche, agitado, que me levanté de un golpe después de una pesadilla que literalmente me puso a sudar. Mi primer pensamiento, o mas bien el inmediato al de «qué horror lo que soñé», fue: «debo escribirlo. Y si lo hago bien, seguro es un best seller«. ¿Resultado? A los 2 segundos, por el sueño, me volví a dormir. Adiós sueño de éxito literario. Hasta nunca. ¿Por qué traigo a colación lo anterior? Porque parece que el director francés Pascal Laugier sí consiguió el cometido. «Pesadilla en el infierno», su más reciente película, es una pesadilla literalmente calcada.
No podría definir de otra manera «Pesadilla en el infierno», una película que además de lo impactante que resulta, siento ya, una vez digerida, que vale la pena observarla. Advierto, eso sí, que que la misma no es apta para almas débiles. Sin llegar al extremo de su más famosa película, «Martyrs», Laugier no se toca el corazón para presentar el horror que invade de repente a una madre y sus dos hijas. ¿Es una pesadilla? Queda en ustedes juzgarlo.
«Pesadilla en el infierno» nos presenta la historia de Pauline (Mylène Farmer) y sus hijas «Beth» (Crystal Reed) y Vera (Anastasia Phillips), quienes viajan para llegar a una vieja casa que les ha sido heredada. El lugar resulta espantoso, o por lo menos no creo conocer a alguien que accediera a vivir en él: vemos, repartidos a lo largo y ancho del hogar, una serie de objetos tenebrosos que bien pueden resumirse en payasos de juguete y muñecas. Hay, en ese espacio al que llegan a vivir, un halo de horror que es de entrada palpable.
¿Luego? Al poco tiempo de habitar: el horror. Un horror, horroroso. Dos figuras misteriosas, de las que poco logramos ver en ese asalto nocturno que se nos presenta, golpean brutalmente a las tres mujeres en la casa. Y cuando describo brutalmente lo hago con el énfasis en cada una de sus letras. Laugier nos hace espantarnos con el espectáculo que vemos en pantalla. Ya, cuando recibimos más que suficiente -y ellas, desde luego que también-, la película vuelve a sorprender.
Salto tras salto, «Pesadilla en el infierno» es en primera toda una experiencia. Para quienes gustan del género puede que no sea la cinta más violenta que hayan visto, pero probablemente disfruten por otro lado su muy cuidadosa manufactura, su cuidada fotografía y su extraordinario -y horripilante- arte. La película consigue que en efecto nos sintamos atrapados en una pesadilla que no hace mas que enloquecernos de la misma manera que a las protagonistas.
Admito que la película no es para nada fácil de ver. Varias veces no supe si terminar o no de verla; sin embargo, por las sorpresas que nos da, sin caer en el giro fácil de la historia -mas bien lleno de ingenio-, vale la pena atreverse. Dentro de tanto horror se aprecia lo estético. Pascal Laugier captura cada detalle, con sumo cuidado, para que el resultado de su película no raye en lo ridículo. Lo consigue.
«Pesadilla en el infierno» es entonces una película recomendable, sobre todo en medio de todas las películas de cine comercial que normalmente se estrenan. Resulta algo distinto a lo que normalmente podemos ver, y funciona como perfecta excusa para que quienes sí conectaron, acudan a las cintas del mismo Laugier, y sobre todo a un género que se ha ido formando sobre todo en la cinematografía francesa. En Cannes la cinta levantó varias opiniones. No resulta sorpresivo.
«Pesadilla en el infierno» estrena hoy jueves en cines nacionales. Ojo, acudan bajo su propio riesgo. Yo lo hice y no me arrepiento.
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