Por Asfaltos.
Después de su anterior y exitosa cinta «Guten Tag, Ramón» (2014), el realizador mexicano Jorge Ramírez Suárez regresa con su más reciente película «La gran promesa» (2018). La cinta busca repetir el éxito con una historia que si bien guarda ecos con su antecesora, sí resulta un trabajo distinto aunque con el mismo corazón. La perspectiva de un mundo global es algo que se mantiene en «La gran promesa».
Con un elenco liderado por Juan Manuel Bernal, «La gran promesa» nos presenta la historia de Sergio, un fotógrafo de guerra quien tras un dramático evento a nivel familiar, es arrancado no solamente de su trabajo, sino también del país donde trabaja, donde nació y hasta de su propia hija. «La gran promesa» es en efecto la que Sergio hace a quien deja por regresar a verla.
En el elenco vemos también la presencia de la actriz mexicana Sofía Espinoza, quien interpreta a la joven Rita que acompañará a Sergio en su aventura; de Ilithya Manzanilla como la hija ya adulta de Sergio, de Sam Trammell como el fundamental O’Connor del que no les diré más, y también de Gastón Yañes como Klaus y de Alejandra Ambrosi como Elena, entre otros.
Lo primero que me llamó la atención de «La gran promesa», fue sin duda la muy llamativa primera escena. Igual buscando que ésta resulte toda una sorpresa para ustedes, únicamente diré que es un trabajo que muy difícilmente se puede ver en el cine mexicano. El cuidado en el detalle que se empleó para ésta, remite más a un cine de manufactura estadounidense, donde es posible ver de éstas a montones. El mérito entonces para la producción, es grande.
Y ya que andamos hablando del tema de la producción, súmenle la complejidad de filmar en distintos países. Si en «Guten Tag, Ramón» ese factor nos resultó muy disfrutable, ni qué decir en «La gran promesa» donde saltamos de Estados Unidos a México, y de México a Bosnia sin olvidar un paso por Alemania. Este es otro detalle poco visto que suma también a la experiencia de una película en la que la búsqueda es una constante.
Con un buen ritmo, con una trama que se desarrolla de forma lineal, «La gran promesa» incluye distintos elementos que resultan atractivos para todo tipo de públicos. Claro que la principal es la historia de amor entre un padre y una hija, pero también aparece con gracia el tema de la comunicación entre generaciones, y sin ser el foco de la historia, las barreras que se ponen entre los países en un mundo cada vez más interconectado.
¿Peros? Sí, ubico tres esenciales. Los diálogos y la actuación de Sofía Espinoza -quien nos tiene acostumbrados a papeles bien ejecutados-, desentonan de gran manera con el ritmo de la película. Su personaje luce sobreactuado y poco natural, lo que termina por convertirlo en un obstáculo para el disfrute de lo que se observa. Añado también la música del score, que lamentablemente sin mayor razón nos obliga a sentir algo que ya la propia trama nos está provocando; termina por ser demasiado forzada que por momentos incomoda. Finalmente el tono melodramático de la película, muy cercano al de una telenovela que si bien encontrará su público, no terminó por satisfacerme a nivel personal.
«La gran promesa» es una película entretenida; cierto es que las comparaciones son injustas, pero en este caso terminarán llegando para quienes gustaron de la ya mencionada «Guten Tag, Ramón». A pesar de no resultar lo que su propio nombre nos promete, «La gran promesa» no deja de resultar interesante. Si les gustó la ya mencionada antecesora, no dejen de revisar la nueva cinta de Jorge Ramírez-Suárez. Si opinan algo contrario a los «peros» que destaqué, no dejen de compartírmelo en redes.
«La gran promesa» estrena mañana viernes 5 de octubre en cines nacionales. ¿Nos vemos en el cine?
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