Por Fernanda Pazarán.
Se acaba un sexenio del que tenemos mucho por comentar, pues a pesar de que el gobierno presume las mejoras la población no lo percibe igual. Su aceptación decayó desde el primer año y hoy es sólo del 22%; ésto se debe a los múltiples escándalos de corrupción, violencia y pobreza que se vivió en México en estos años. Es un tema importante porque de aquí parte el cambio a la izquierda con la esperanza sostenida por los votantes del presidente electo Andrés Manuel López Obrador y la necesidad de mejorar la situación socioeconómica del país.
Enrique Peña Nieto fue un candidato carismático, su papel como gobernador del Estado de México (2005-2011) había sido exitoso; el slogan “Te lo firmo, lo cumplo” le ganó muchos votos; el matrimonio de un amor tipo telenovela también convenció a muchas personas pues era el candidato guapetón y hombre de familia. También influyó que muchos desaprobaron el plan de seguridad de Felipe Calderón, por lo que votar por el PRI era un voto de castigo hacia el PAN por desatar la violencia; además de que Josefina Vázquez Mota no fue la candidata ideal para los panistas. Finalmente los priístas aseguraron la presidencia al comprar votos.
El sexenio de Peña Nieto fue muy parecido a su evento en la Universidad Iberoamericana (nacimiento del movimiento #YoSoy132): le cuestionan los asesinatos, no sabe qué responder y se encierra; al final los medios publican una versión distorsionada que mejora su imagen.
Peña ganó el 38.15% de los votos y López Obrador lo siguió con un 31.54%; aquí se notó que la izquierda estaba tomando fuerza, pero no la suficiente como para que ganara. Al final del día se construyó la imagen del presidente ideal que tenía más del 50% de aceptación, pero que no tenía ni el intelecto ni la personalidad para cubrir la silla presidencial.
En su segundo día como presidente, se llevó a cabo la firma del “Pacto por México” en donde los líderes de los partidos PRD, PRI y PAN se unieron con el objetivo de unirse para consolidar la democracia en el país. A partir de este evento se comenzaron a anunciar los programas y reformas, de las cuales ninguna fue completamente efectiva y que ahora se cuestionarán su seguimiento en la nueva administración.
2014 fue el año en donde la corrupción y la violencia demostraron su poder, y le costaron su legitimidad y popularidad. El caso de la «Casa Blanca» fue controversial por distintas razones, desde las conexiones de la empresa constructora con otra obra pública, la financiación de la misma y la respuesta turbulenta de Peña Nieto. Todo pertenece a “la estafa maestra”, el estudio que declara la corrupción de los servidores públicos por el desvío de recursos.
El caso más polémico de su administración fue la desaparición forzada de los estudiantes de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014. La cuestión fue que estuvieron en el autobús incorrecto y fueron víctimas de la corrupción entre grupos criminales y la policía. El error de Peña fue no saber cómo actuar al respecto. Su liderazgo dejó mucho que desear y las cifras de violencia en México empezaron a ser un foco alarmante en el panorama internacional. Posteriormente ocurrió la fuga del “Chapo” Guzmán. No lograron reducir los niveles de violencia. La incongruencia de la presidencia contrastaba el hecho de que el señor presidente expusiera en sus redes sobre el diseño de sus calcetines o el gel que utiliza, pero no sobre qué decir al respecto del caso de Ayotzinapa.
La relación con nuestro vecino del norte siempre ha sido importante y eso es algo que sí supo el señor presidente; por eso decidió invitar al candidato Donald Trump a México para iniciar un diálogo de cooperación y de alguna manera asegurar a los mexicanos que el discurso del muro sólo queda en palabras. Sin embargo, es prudente ponerle una estrellita porque se pudo firmar la continuación del Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos, un hecho que da certidumbre a la inversión extranjera a pesar del ambiente político inestable.
El presidente al que se le cuestiona sobre un plagio de tesis y que no sabe cuáles fueron los títulos de al menos tres libros, es también quien dijo «quienes les digan que estamos en un país en crisis, crisis es seguramente lo que pueden tener en sus mentes», cuando poco más de la mitad de los mexicanos viven en pobreza.
En temas económicos, el «gasonilazo», fue otra punto criticado que respondió con un video conmovedor en el que presentaban al gobierno como la víctima que tenía que dejar de dar un subsidio a los combustibles para no afectar los programas sociales. Enrique Peña Nieto es el presidente que no se despierta cada mañana pensando en cómo joder a México pero que no pudo mejorar la situación económica; los precios de la canasta básica subieron de manera exponencial. Aunque la administración demostró que el PIB y la inversión extranjera crecieron, son más de 60 millones de mexicanos los que no pueden adquirir bienes básicos.
La corrupción realizada por Javiel Duarte demostró las fracturas de la justicia y la incapacidad del gobierno para enjuiciar a los políticos del mismo partido. Desvío de recursos, persecución a periodistas y medicina falsa son las características de la gobernatura del infame Duarte; crímenes por los que sólo pagará nueve años de cárcel. Si se me permite ser mal pensada, ese dinero fue el que financió la campaña de José Antonio Meade.
En conclusión, «las cosas buenas casi no se cuentan, pero cuentan mucho» y fueron realmente pocas y no tan importantes. Después del 1 de julio del presente año, Enrique Peña Nieto dejó de ser el foco de atención; fue como si en ese momento Andrés Manuel comenzara su sexenio pues lo único que Peña ha hecho desde entonces fue anunciar la firma del T-MEC, el programa “Estás en tu casa” para ayudar a los migrantes, y publicar mensajes de despedida en sus redes sociales. Fue un presidente que dejó mucho que desear y a pesar de los logros publicados en el sexto informe de gobierno, es algo que no se refleja en los bolsillos ni en la seguridad de los mexicanos.
El reto para Andrés Manuel López Obrador es que combata a los políticos corruptos que se sumaron a Morena, cumplir sus promesas de campaña y ganarse la confianza de los mexicanos que no votaron por él. México necesita una democracia efectiva y eso no se consigue con consultas populares, sobre todo si el proceso no es informativo. Andrés Manuel no es el todopoderoso, no se le puede exigir tanto, sin embargo debe apegarse a la ley para hacer todos los proyectos. Las especulaciones y la incertidumbre están por acabar y en un año ya se podrá hacer un análisis objetivo. Un sexenio que está a punto de comenzar; los mexicanos deben mantenerse unidos e informados para participar en los ejercicios democráticos.
Foto: Presidencia de la República Mexicana.
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