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«Guerra fría», el hermoso desastre de Pawel Pawlikowski

Por Eloise Cornelio Belmont.

Entre las finalistas al Oscar se destaca la producción polaco-francesa de Pawel Pawlikowski, quien ya es dueño de un galardón gracias a su anterior filme, «Ida». Mientras que «Ida» es un filme de autodescubrimiento, «Guerra fría» es una obra con tintes autobiográficos, y que se presenta como un homenaje al arte y a la pasión en un mundo de pocas certezas y muchos ideales.

La fotografía en blanco y negro y la recreación de una ciudad en los años 50 pueden remitir a otro filme que se encuentra en la contienda, «Roma». Ambas películas son un recuento muy personal de los cineastas y su relación con sus ciudades natales. Mientras que Cuarón retrata su infancia en Ciudad de México, Pawlikowski se inspira en la historia de amor de sus padres, de origen polaco, quienes vivieron separados por mucho tiempo debido al intenso clima político de Europa.

Wiktor y Zula se conocen en 1949 en una Polonia rural y devastada por la guerra. Wiktor toca el piano y Zula se convierte en una cantante y bailarina de una troupe nacional que performa bailes y canciones folklóricas.

La cámara capta los intensos ensayos y la fuerza con la que los artistas se entregan al escenario, lo que nos permite ser testigo de uno de los fenómenos más impactantes de la posguerra, el resurgimiento de las naciones a partir de sus cenizas, la lucha contra el olvido de sus raíces y la reconección con lo que se olvida entre el hambre y el horror de la batalla.

La música está presente todo el tiempo, Zula canta “Dwa Serduszka” («Dos corazones») que se vuelve el leitmotiv de su relación con Wiktor: “ojos negros, lloran porque no pueden encontrarse contigo…. uno debería tener un corazón de piedra para no enamorarse de ese chico”. Desde el cántico de las campesinas polacas hasta el arreglo que presentan en las óperas de Europa, pasando por una versión en jazz que Zula canta en los clubes de París -ahora como una femme fatale que conoce el sabor del destierro, la traición y el olvido- “Dwa Serduszka” es tan cambiante, volátil y resistente al paso del tiempo como la relación entre estos dos personajes.

Wiktor se entrega a sus ideales románticos respecto al arte, que considera un producto que expresa la individualidad y lo mejor del espíritu humano, mientras que Zula prefiere la seguridad y el pragmatismo de firmar contratos y producir su música para las masas, a la orden de las políticas que imperan en el momento. Wiktor se exilia de Polonia por no compartir los ideales políticos del estalinismo, al tiempo que Zula se rehúsa a seguirlo por sentir que no está a la altura de ese sacrificio. Sin embargo, ni Zula ni Wiktor logran dejar de gravitar uno alrededor del otro.

Con la fuerza de los amores imposibles, sus destinos chocan una y otra vez. Pasan de la frugalidad de los campos polacos a las noches bailando rock and roll en la «ciudad de las luces», sólo para descubrir que nuevamente no pueden permanecer juntos. Tienen amantes, hijos, conflictos políticos, huyen, se enfrentan a las acusaciones y la persecución de un gobierno totalitario; aprenden a hablar el francés y el italiano en el camino, mientras añoran poder confesarse su amor una vez más en aquella lengua que cada vez parece más un sueño distante y no algo que puedan palpar: “Będę kochać póki żyję” (mientras viva yo lo seguiré amando).

La elipsis conduce esta historia, y el director crea imágenes inolvidables que rescatan la belleza del dolor, la nostalgia y la desolación. Cada toma es soberbia, la cámara de Pawlikowski nos recuerda a la poética de un joven Tarkovski, mientras que su narrativa sabe conducir las pasiones universales a algo íntimo y particular. Logra recrear la perdurabilidad de lo fugaz, el deseo de lo imposible y el anhelo por lo irrealizable.

Cuarón insistió a Pawlikowski para que llevara a cabo el filme, quien a los 11 años se despidió de Polonia por vez primera. La añoranza lo perseguirá desde entonces, y ésta empapará cada encuadre y cada toma en su obra, que capta la fragilidad del corazón y su habilidad para sobrevivir.

 

Al amor de Zula y Wiktor los une lo mismo que los separa, el deseo de existir en un mundo donde todo se desmorona. Pawlikowski estremece porque sus películas son siempre un retrato precioso de los recuerdos más doloroso de la humanidad.

«Guerra fría» estrena hoy jueves 14 de febrero en cines nacionales.

Con imágenes cortesía de Cine Caníbal.

 

 

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