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«Félicité»: el tratamiento sincero a una historia sencilla

Por Cuauhtémoc Juárez Pillado.

La producción cinematográfica vive supeditada a una enorme exposición de películas americanas y europeas dominando la exhibición mundial. Con las excepciones de India y China, ambas con una poderosa industria fílmica local comparable a la hollywoodense, en ocasiones surge una película fuera de estas regiones respaldada por una buena manufactura.

«Félicité» es una de esos ejemplos. Dirigida por el franco senegalés Alain Gomis, cuenta la historia de Félicité (interpretada por la actriz Véro Tshanda Beya), una madre soltera que vive en los suburbios de Kinshasa, la capital y la ciudad más grande de la República Democrática del Congo. La rutina de esta mujer, que se gana la vida cantando en un bar de la ciudad, cambia sorpresivamente cuando su hijo de 14 años Samo se accidenta con una motocicleta. Teniendo que pagar una operación para salvar la pierna del joven, Félicité buscará intensivamente cómo costear la operación de su hijo y al mismo tiempo encontrará en Tabu, un visitante constante del bar donde trabaja, a un importante aliado que la apoyará en esos momentos tan complicados.

Ganadora del Gran Premio del Jurado del 67° Festival Internacional de Cine de Berlín, «Félicité» es una película con una gran premisa que se aleja de los clichés y los lugares comunes manejados hasta el cansancio sobre el cine africano. No se trata de una explotación de la miseria ni una mirada condescendiente, es el tratamiento sincero a una historia sencilla sobre una mujer que debe mantenerse firme aún en sus peores momentos de crisis.

Grabada de tal forma que recuerda a la estética de un documental (una cámara en mano que en ningún momento está quieta), y con un uso correcto de los planos cerrados sobre los personajes para generarnos emociones más intensas, la película opta por cruzar en determinado momento a los tres personajes, seres humanos que han sufrido el peso del sistema de esa nación africana, y poco a poco empiezan a formar una curiosa convivencia.

Los momentos complicados de la vida de Félicité contrastan con los pasajes oníricos que experimenta a lo largo de la película. Son en esos instantes donde esta mujer fuerte, trabajadora y autosuficiente tiene un respiro de su vida real y donde la podemos ver disfrutar de ese estado de conciencia, tan fascinante como tranquilo, encontrándose en algún punto de sus sueños con Tabu, ese hombre borracho y bonachón con el que no tiene una relación ni comparte sentimientos pero al mismo tiempo se entienden y necesitan mutuamente.

 

Siendo la música un elemento importante de la película debido a su relación con la protagonista, «Félicité» no sólo es el retrato de una sociedad africana obligada a salir adelante de muchas y diferentes formas, es también una aceptación de la existencia, con sus mejores y peores facetas. Una existencia que puede dañar la calidad de vida de un ser humano pero que al mismo tiempo puede unir como una familia a un trío de personas.

«Félicité» (2017) de Alain Gomis se puede disfrutar ya en Cineteca Nacional.

Con imágenes cortesía de Alfhaville Cinema.

 

 

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