Por Andrea Karan.
Hace generaciones existían mujeres que se daban a la tarea de dos cosas en la noche de bodas, la primera, que el hombre pensara que ella era virgen. Para ello se utilizaban toda clase de artilugios, incluso, el que ella llevara un recipiente o frasquito con pintura roja para hacer creer que el himen había sido desgarrado independientemente de que fuera virgen o no; todo ello solo para confirmar que la mujer efectivamente era digna de su esposo.
En muchas culturas las mujeres eran condenadas o “regresadas” a sus familiares si esto no sucedía. Lo segundo era que las mujeres hacían creer al esposo que ella no contaba con experiencias sexuales previas, por lo que se aconsejaba a las nuevas esposas dejar que él liderara el barco, y así dejarse llevar por las caricias o movimientos que él tuviera independientemente de que le gustaran o no.
Es curioso cómo esa situación se sigue dando en noviazgos y matrimonios de nuestra era, ya que existen hombres que se niegan a creer y a aceptar que su pareja tenga un pasado sexual. Esta es una referencia más a la cultura machista que por muchos años ha imperado en México.
El otro día leía una columna que era escrita por un hombre en la cual mencionaba que a ellos no les molesta lo que una mujer sepa, sino que les molesta imaginar que alguien se los enseñó. Es por eso que muchas mujeres repiten la misma maniobra cuando se trata de la primera noche con sus parejas. Ya que si en este encuentro resulta que ella muestra sus mejores movimientos lo más seguro es que él se quede pensando si hará eso con todos los hombres que conoce.
La cultura dicta que la mujer no debe tener pasado sexual, o por lo menos uno no tan extenso. La que se vaya a convertir en la “madre de los hijos” de un hombre se consideracasi una santa, la cual “no ha conocido muchas cosas de la vida”, y por lo mismo los hombres no externan lo que les gustaría experimentar en el plano sexual, y comienzan a buscarlo afuera.
El acudir a una amiga, conocida, o prostituta para satisfacer deseos o fantasías sexuales teniendo una pareja estable es reprobable, sobre todo si el hombre no fue capaz de externar sus deseos a su compañera. Pensemos que si tenemos un vínculo tan fuerte como el de ser pareja o esposos debemos ser capaces de expresar nuestros deseos y nuestras fantasías sexuales sin pena ni miedo. La pareja debe tener un vínculo que este sustentado en la confianza y el amor. El sexo es una de las tantas expresiones del amor, y por lo tanto no se debe “abaratar” considerándolo una actividad como cualquier otra.
Hay que considerar que hombres y mujeres somos iguales y si ya contamos con más de dos décadas de vida tenemos una cierta cantidad de experiencia en el terreno sexual. Esto no es malo, ya que todo lo que hemos vivido nos ayuda a conocer nuestro cuerpo y cómo reaccionamos; además de saber las cosas que nos gustan y las que no.
Nos leemos pronto.
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