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Por Yefté Tello.
El debate entre los aspirantes al gobierno del Distrito Federal el día de ayer nos dejó en claro que, es probable, que nuestra ciudad siga siendo el bastión más fuerte del perredismo en el país. No encuentro por dónde las llamadas candidatas puedan arrebatar una elección que como la presidencial –al menos hasta hace 4 meses- parecía definida.
Lo he mencionado en algún escrito con anterioridad: nuestra ciudad es un oasis en el desierto. Es la entidad en donde existe una mayor libertad en muchos aspectos y dudo que muchos de los llamados defeños queramos echarnos para atrás con esos logros que ya tenemos.
Sólo es cuestión de comparar. Ver al D.F. más allá de la megalópolis que es y descubrir o hacer notar que, en cuanto a derechos sexuales por ejemplo y la libertad que se tiene con éstos en nuestra ciudad, comparados con estados bajo gobiernos panistas o priistas, son demasiado altos. Sin embargo esta no es la cuestión que ha acomodado al perredismo en lo más alto en la capital de nuestro país. En un principio, cuando el Distrito Federal hizo el cambio de gobierno a la llamada izquierda mexicana –esto en el lejano 1997- fue notorio el desconcierto tanto de los partidos políticos como de la ciudadanía. Por primera vez nuestra ciudad era gobernada por alguien elegido “democráticamente” y no por elección presidencial. Desde entonces, el perredismo basó su poder en los apoyos sociales y medidas distintas de lo que los capitalinos estaban acostumbrados.
Hoy día, la mecánica sigue igual. Mejores programas sociales y apoyos a los sectores más débiles han dado una fuerza de grandes alcances a los jefes de gobierno de nuestra gloriosa ciudad. Miguel Ángel Mancera se perfila como el triunfador de la elección local, por tanto, otro sexenio -diría yo- que el PRD nos gobernará. El candidato de la izquierda parece tener todo para -en una contienda que puede ser histórica por el porcentaje de votos que podría obtener a su favor- ser el nuevo dirigente de nuestra ciudad capital.
Todos aquellos que llegan al poder político en nuestro país tienen la consigna de decir “que la Nación me lo demande”, significando esto que el pueblo podría revocar del mandato a aquellos que incumplen lo que prometen. Cuando Mancera diga estas palabras espero, de corazón y con toda la razón por delante, que intente cumplir con lo que ha prometido ya que –de ser así- la Ciudad de México pinta para tener un gobierno como no se ha visto.
Esperemos pues los resultados de la elección y, si estuviese en un error y el PRD no ganara la contienda dentro del Distrito Federal, anhelemos que quien arribe al poder lo haga de manera sensata y con el afán de darle a nuestro país la capital que se merece, es decir, un lugar para vivir con derechos y obligaciones derivadas de éstos; con avances pero, sobre todo, con menor inseguridad y una mejor calidad de vida.
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