El festín de medianoche

Por Meraz (de Los Weeds).

Cada tocada es una celebración; es la culminación de una jornada de trabajo. Eso es para mí al terminar una presentación ante un público. Esto puede ser un arma de dos filos, es la mayor felicidad y exaltación y a su vez el mayor acto de degradación y de destrucción física y moral.

El festín de medianoche.

Existen grandes sueños permeados por el capitalismo y el exhibicionismo de vivir la vida de  ser un artista, como las que pintan las películas o las campañas publicitarias. Pero la vida de muchos artistas es un sacrificio. Un artista experimenta más de lo debido, experimenta más de la razón y del bienestar, más de la salud y se acerca más a la locura y a la inestabilidad. Porque es ahí donde un individuo retoma sus instintos. Es ahí donde sus desmesurados actos son reconocidos por sus atrevidas e impulsivas decisiones. Es ahí donde muchos personajes que se conocen en la vida depositan esa malicia que por inteligencia y temor no se atreven hacer.

Cada tocada es un festín, cada tocada es una entrega total de tu esencia como artista, cada tocada embarca lo complejo y lo frívolo de tu arte terrenal.

En cada tocada, en cada presentación dejas algo de ti, un pedazo de tu vida, que poco a poco vas entregando. Lo interesante es vivirlo y poderlo entregar con dignidad y con verdad. ¿Cuántos artistas logran esto? No lo se, yo me siento como un niño en esa tarea. Lo idóneo sería poder expresar algo sin sentir alguna desdicha o inconformidad con el mundo cotidiano.

Quise expresar este argumento porque tuve la oportunidad de platicar con un amigo músico y en nuestra conversación llegamos a la conclusión de que no queremos una vida llena de comodidades y de placer, ni un trabajo estable y bien remunerado. Optamos por seguir en nuestro arte que es la música, que nos mantiene al margen, siendo personajes independientes.