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- Según el Informe sobre Desarrollo Humano de los Pueblos Indígenas en México, cerca del 72% de los miembros de diversas poblaciones indígenas no es derechohabiente a ninguna institución de salud; llámese IMSS, ISSSTE, Seguro Popular, Sedena, Pemex, el resultado sigue siendo el mismo. Si bien es cierto que pueden obtener atención médica en centros de la Secretaría de Salud o a través de servicios estatales, su acceso es deficiente tanto por la lejanía entre su casa y dicho lugar y/o por la calidad recibida.
- La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de hace seis años señalaba que alrededor de un 63% de las personas de origen indígena que asistieron a algún centro de salud no regresarían por la distancia, carencia de medicamentos y materiales, el largo tiempo de espera o simplemente porque estaban cerrados los centros.
Por Aranzazú Martínez Galeana.
En la primera entrega se mencionaron a grandes rasgos las condiciones generales en las cuales viven las poblaciones indígenas en nuestro país mientras que en la segunda se esbozaron las principales deficiencias en materia educativa; ambas entregas al igual que ésta, hablan de un círculo vicioso donde el ser indígena parece ser el pretexto preferido como efecto y causa de los males que los aquejan pero, ¿dónde quedan los grandes logros de las administraciones? En la retórica, claro está. En esta entrega, el tema a abordar será el de salud en estas poblaciones que aunado a lo mencionado en artículos pasados parece dictar una sentencia definitoria con aquellos más vulnerables.
Estrechamente ligado con el tema de salubridad, la infraestructura y bienestar material que poseen estos grupos dista mucho de ser el adecuado para llevar una vida óptima o al menos, humana. La posibilidad de disponer de agua entubada, vivir en una casa con un piso que no sea de tierra, así como el tener un excusado y drenaje adecuados, son algunas de las condiciones mínimas necesarias para buscar reducir el riesgo de contraer enfermedades; según INMUJERES en el año 2006 las enfermedades infecto-contagiosas fueron la principal causa de muerte entre la población infantil indígena.
El trabajo que debe realizarse no debe simplificarse con la construcción de infraestructura sin más; implementar campañas de difusión que sean eficaces y cercanas a la población receptora que promuevan mejores prácticas sanitarias, de nutrición así como sobre salud reproductiva y sexual. Sin ir más lejos, la muerte materna sigue siendo en Oaxaca la segunda causa de muerte entre jóvenes indígenas según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Con estos dos casos concretos es evidente que sigue faltando mucho por hacer, porque no tiene nada de sorprendente que las poblaciones indígenas queden históricamente al margen de los beneficios y derechos que supuestamente tenemos como mexicanos, pero más allá, como seres humanos. Concluyendo este apartado, he aquí un extracto del Informe sobre el Desarrollo Humano de los Pueblos Indígenas en México:
“…la población indígena presenta severas carencias y es en ésta donde se deben concentrar esfuerzos gubernamentales y recursos para lograr una sociedad que garantice una igualdad de oportunidades a todos sus miembros, y romper las trampas de pobreza y desigualdad. Acercar los servicios de salud y educación no es suficiente, es indispensable adecuar los programas educativos y mejorar la calidad de los servicios para que el beneficio sea real y no sólo un incremento en un indicador…”.
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