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Por Aranzazú Martínez Galeana.
Llegas a un lugar y te presentas: Soy X y soy heterosexual, ¿alguna vez han priorizado su preferencia sexual de esta manera? Debo decir que a mi no me ha pasado, ni tampoco a amigos cercanos a mí. Y siendo francos, ¿cómo porqué debería de incluirla en una plática a menos que yo lo decida? Mi vida privada no debería estar sujeta a discusión, clasificación o adjetivación alguna y menos aún, ser estigmatizada o ser un “filtro” antes de conocerme, ¿no? O bueno, al menos eso creo; sin embargo, parece ser que para muchos mexicanos una preferencia sexual distinta a la suya es sinónimo de todo lo anterior.
Ayer revisando Twitter no pude más que entristecerme e indignarme de leer Trending Topics como: #NoALaAdopciónEntreHomosexuales y #SéFelizYMataAUnHomosexual seguidos de comentarios que no puedo calificar más que de ignorantes e intolerantes. Puede parecer una contradicción que los califique de esta manera y en cierta medida caiga también dentro de estos adjetivos pero ¿es en serio? ¿En qué momento una preferencia es sinónimo de superioridad o inferioridad según sea el caso? ¿Desde cuándo el sentir distinto a los demás es condición suficiente para estereotipar y humillar? ¿Por qué empeñarse en dividir? ¿En qué momento nos volvimos líderes morales capaces de discernir lo que está bien de lo que está mal o es “normal” o no? ¿Por qué nosotros sí y ellos no? Lo preocupante de esta clase de comentarios es que encierran una homofobia apabullante que dista mucho de la pluralidad y respeto que como mexicanos nos jactamos de tener pero sobre todo, deja muy claro que lo diferente es rechazado.
Más allá de los posibles argumentos que se puedan barajar en ambos lados para estar a favor o en contra de la adopción de niños por parejas homosexuales, el respeto tendría que ser la arena inicial en la cual esta clase de debates se deberían entablar, pero con argumentos simplistas e irrespetuosos –tanto por defensores como por detractores- esto es prácticamente imposible. Puede sonar (y en el fondo puede que lo sea) al clásico discurso de vivir y dejar vivir al otro pero ¿acaso hay mucha dificultad en ello? Por lo que leí ayer, pareciera ser que sí.
Muchas de las personas más queridas que tengo en mi vida tienen una preferencia sexual distinta a la mía pero eso nunca ha sido motivo suficiente para suponer que poseen derechos y obligaciones diferentes a los míos ¿debería de serlo acaso? ¿Son ciudadanos de una categoría distinta a la mía? ¿No por el hecho de ser seres humanos somos iguales como la teoría reza? Cuando leí los comentarios, sólo pensaba que ojalá no los hubieran leído, sencillamente no quería verlos sufrir o sentirse lastimados. No sé sí eso pasó pero lo que sí sé es que habemos personas que no pensamos así, que respetamos las diferencias y las celebramos, que aceptamos. Finalmente, esto va para todas las personas maravillosas que conozco, a cada uno de ustedes recuerden que son más que una preferencia y que no están solos; acuérdense y repítanselo tanta veces como sea necesario. Y haciendo todavía más personal esto, los quiero tal y cual son.
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