Su nombre es Francisco Sosa y es probablemente una de las calles más bellas del barrio de Coyoacán. El nombre de ese historiador y periodista permanece inmortal en un espacio vital para quienes gustamos de pasearnos por Coyoacán, sin duda, uno de esos oasis que aún permanecen en la inmensidad de la mancha urbana. Si bien el barrio es uno de esos sitios recurrentes, Francisco Sosa sigue guardando ese encanto; y ojalá lo siga guardando.
El origen de Coyoacán se remonta a inicios del siglo XVI, tiempo en el que pudo haber sido el centro de la capital de la Nueva España de no haber sido por la insistencia, bastante lógica, de levantarlo sobre las ruinas de lo que alguna vez fue Tenochtitlan. Desde entonces la traza de Francisco Sosa fue realizada; claro, en ese tiempo llevaba el nombre de Calle Real, para luego llamarse Santa Catarina y Benito Juárez.
Algunas de las casas que se pueden apreciar en la calle son de la época colonial, pero no sería hasta tiempos de Don Porfirio cuando la calle empezaría a crecer junto con el barrio. Muchos de los aristócratas de ese tiempo adquirieron terrenos en la Calle Real que había sido trazada para conectar a Coyoacán con otro barrio: el de San Ángel.
Francisco Sosa nace, si hacemos caso a su numeración, en su cruce con Las Cruces. De ahí se extiende la calle hasta Avenida Universidad donde se encuentra la Capilla de Panzacola. A lo largo de la calle, para que te hagas una idea, se encuentran 65 edificios considerados patrimonio histórico. Además te encontrarás con los famosos callejones de Coyoacán; en uno de ellos, justo el que lleva su nombre, vivió el cronista capitalino Salvador Novo. Eso sí, a lo largo del empedrado, es mejor que te vayas con zapatos cómodos y vayas con botella de agua en mano.
La riqueza de Francisco Sosa no es menor, y es que en muy pocas ocasiones las calles fuera del primer cuadro de la ciudad guardan tanta elegancia e historia como ésta en Coyoacán. En ella puedes encontrarte galerías de arte, restaurantes, cafés, tiendas y hasta la Fonoteca Nacional (ubicada en un edificio que habitó en algún momento el Premio Nobel mexicano, Octavio Paz).
Foto portada: Matthew Goulding.
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