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Vivir en una ciudad tan grande como la de México es sin duda un privilegio, aunque también en muchas ocasiones parece ser algo que padecemos. De acuerdo al último conteo del INEGI (de 2010) en la ciudad de México somos 8,851,080 habitantes distribuidos en 2,388,534 viviendas. A esos números hay que sumarles los de quienes que nos visitan diariamente por motivos de trabajo, principalmente, y de turismo. Como verán, somos muchísimos.
La vida en la ciudad significa, entre muchas cosas, la oferta de servicios. Un habitante de la ciudad de México come, se transporta, utiliza sanitarios, duerme, se divierte, trabaja, etc. Todas esas actividades que como habitantes de esta gran urbe realizamos, tienen un efecto en todos los demás; si bien somos individuos, como grupo influimos de manera importante en el día a día del Distrito Federal.
Para regular la convivencia que diariamente tenemos entre nosotros, el Gobierno del Distrito Federal (en ese momento encabezado por el Jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador), publicó el 31 de mayo de 2004 en la Gaceta Oficial del Distrito Federal la Ley de Cultura Cívica. Compuesta por 111 artículos, en los que se indican disposiciones generales, atribuciones de las autoridades, participación vecinal y actividades de apoyo a la comunidad, aparece un apartado que me parece pertinente recalcar: infracciones y sanciones.
Quien vive en la ciudad de México, o quien la visita de manera recurrente, sabe perfectamente que hay cosas aquí que simplemente están mal. ¿Cuántas veces no hemos visto un auto o un camión en sentido contrario? ¿Cuántas veces no hemos visto a la gente cruzarse en medio de una avenida de alta velocidad? ¿Cuántas veces no hemos pisado heces fecales y cuántas veces no terminamos con los ojos rojos por tanta contaminación? Hay muchas cosas que vivimos en esta ciudad que están mal…
La idea del surgimiento de una Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal es regular todas esas acciones, sin embargo, el problema se extiende en diversas vertientes. ¿Sabías de la existencia de esta ley? Si no sabemos de la existencia de estos mecanismos legales, ¿cómo vamos a exigir que se cumplan? Si las autoridades saben, o por lo menos eso me gustaría pensar de la existencia de esta ley, ¿por qué a la vista de muchos atropellos no hay menor sanción? Si quienes debemos exigir no la conocemos, y quienes deben de velar por su cumplimiento no lo hacen, estamos fritos.
A partir de hoy, y cada lunes esperando ser constante, iré desmenuzando poco a poco este documento de vital importancia para nuestro acontecer ciudadano, y así contribuir desde esta trinchera a una conciencia colectiva en donde nosotros aportemos nuestro granito de arena; ese granito que siempre he considerado el verdadero instrumento para cambiar los grandes engranajes que nos están evitando progresar.
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