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Por Aranzazú Martínez Galeana.
Si han leído las noticias últimamente notarán que existe una tendencia a subrayar lo “bueno” por encima de otros problemas medulares de nuestra sociedad como la desmedida violencia. Habrán también notado que en esta nueva estrategia de comunicación entre el gobierno y la sociedad, el ponerse estrellitas en la frente por lo que se está haciendo -a escasos 4 meses de iniciar la administración peñista- ha ocupado un papel preponderante. Eso no es lo que crítico ya que es entendible bajo el supuesto que el gobierno federal busca eliminar las dudas con respecto a la forma en que llegó al poder al legitimarse con acciones «positivas» lo que criticó; es la cacería de brujas que en breve iniciará contra los aparentes responsables sin importar los medios.
Sin ir más lejos, la faramalla montada alrededor de la detención y después encarcelamiento de Elba Esther Gordillo correspondió más a una mera formalidad que a un proceso en tiempo y forma como el de tantos supuestos culpables. ¿La rapidez en este ejemplo es la generalidad o más bien la excepción en la aplicación del ya tan manoseado concepto de justicia en México? ¿De repente todo se esclareció y por fin hubo pruebas en su contra? ¿La astucia de la maestra los engañó sexenio tras sexenio hasta ahora? ¿Y los cómplices? ¿El lema será ahora “o estás conmigo o en mi contra”? A mí por lo menos, las interrogantes planteadas y otras más, me dejen pensando demasiado.
Mi punto es, la justicia así como su aplicación no están o mejor dicho, no deberían de estar «al contentillo» del partido en el poder o los intereses involucrados. Si realmente se busca minimizar o eliminar elementos tan dañinos para el país como la corrupción, el tráfico de influencias, el nepotismo, el hacer tratos por debajo del agua ¿por qué permitirlos y aceptarlos cuando el gobierno recurre a ellos como mecanismos para la consecución de sus fines? Esto no quiere decir que yo esté asegurando que alguno de ellos estuvo presente en el caso mencionado pero ¿recuerdan el caso Monex? ¿Quiénes fueron los grandes perdedores? ¿El PRI como quedó? ¿La negativa a que existen intocables -en palabras del presidente Enrique Peña Nieto- aplica en todos los casos o existe una selección previa para determinar quiénes sí y quiénes no lo son? ¿La justicia es discriminatoria?
Cuando buscan imágenes de la justicia, la mujer con los ojos vendados y portadora de una balanza simboliza equidad, imparcialidad, transparencia ¿hace cuánto dejó de estar tan distanciada la justicia mexicana de esta representación? Al menos para mí, desde hace unas cuantas décadas ha ido transformándose en una quimera donde todo y nada es posible eso sí, de acuerdo al interés nacional -llámese como se quiera llamar-.
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