«Ay mijito, pues tómate un Hidalgo pal’ susto» dijo la tía Beatriz a Jorge cuando llegó después de haber chocado la camioneta de su papá.
Iechyd da! El día de hoy no conoceremos ninguna bebida novedosa, ni alipús clásico ni cocktail delicioso. El día de hoy exploraremos uno de los usos populares-curativos de las bebidas alcohólicas, pues a todos nos las han recetado para aliviar sobresaltos.
Lamentablemente la idea principal de esta semana no viene de una historia chusca ni de alguna experiencia épica del recientemente acontecido día de San Patricio. Esta nota se basa en el tormento de la ciudad, en ese trago amargo inherente de la metrópolis llamado inseguridad. Pero dejemos de cortarnos las venas con galletas de animalitos por un momento, porque la magia negra del alcohol funciona para todo tipo de sustos: asaltos, extorsiones, secuestros express, llamados de la directora de la primaria de los hijos, embarazos imprevistos, despidos no anunciados, padres encerrados en el torito, vaya ¡hasta esquincles atorados en macetas!
Al escuchar esta receta en los días pasados me puse a investigar sobre las verdades curativas -o esperadas faltas de estas- de las bebidas como remedio para sobresaltos. Resulta entonces que según las escuelas medicas certificadas el alcohol hace que ocurran ciertos cambios en el corazón, como el aumento del flujo de sangre en las arterias coronarias, por lo que si de por sí ya traíamos un flujo mayor de sangre así se empeora el asunto.
Por otra parte, algo que si sucede con un susto es que se nos bajan los niveles de azúcar en la sangre, y producimos más bilis de lo normal. Entonces, beber bebidas alcohólicas no es tan malo, pues eleva los niveles de azúcar y no entorpece el ya acelerado trabajo de nuestra vesícula exaltada, como lo hacemos al comer «pan duro para el susto». Bueno, aunque si tu abuelita te receta el pan mejor cómetelo, porque la sabiduría de las abuelas es por algo incuestionable.
Sin embargo, y esto lo digo de manera muy personal y sin conocimiento médico o psicológico alguno, creo que el verdadero poder de sanar un susto con un caballito de tequila o una buena copa de ron recae en el poder psicológico del mismo. La idea de olvidar aquello que nos asustó y ahogarlo en un vaso de high-ball es tan llamativo que nos hace -como en muchas otras ocasiones- atribuirle superpoderes al único e inigualable remedio cura-todo: el alipús.
Así que si como yo fueron víctimas de algún susto ‘de aquellos’, o les llegaron con la noticia de que la gasolina ya subió o que la calificación final de matemáticas fue 5, dejen las preocupaciones al fondo de la copa, y disfruten de sus vacaciones primaverales (si es que tienen la suerte de tenerlas) con un delicioso trago responsable. ¡Salud!
Buen articulo, otro susto que falto es el precio de los buenos tequilas para el alipus. Lo de la tia Beatriz y Jorge, son personajes de la vida real o solo es mi imaginacion. Saludos
¡Gracias por tu comentario! 🙂
Tío! Gracias por leernos!!
Si verdad, tal vez un especial en lo caro que son las buenas bebidas sería divertido verdad? Y los personajes son esos de la vida real que tu conoces 😉 Un saludo!