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P A R T E 1 | P A R T E 2
Por Galamot Shaku.
Con alrededor de cuatro décadas de existencia, los videojuegos son el medio que probablemente ha evolucionado más rápido. Desde sus inicios como máquinas interactivas en pantallas de rayos catódicos y osciloscopios en laboratorios de tecnología militar, a la aparición de las primeras consolas caseras y máquinas de arcade hasta nuestros días, los videojuegos se han reinventado, mutado, innovado, popularizado y masificado a tal punto que actualmente representan una industria más poderosa que la del cine y la música juntas.
Con el paso del tiempo esta expansión condujo a la creación de un lenguaje propio que desde hace algunos años se ha puesto en discusión si debería ser éste considerado como arte; en algunos casos contraponiéndose a la visión escéptica de algunos representantes de la cultura oficial, quienes no conciben la idea de que un «simple pasatiempo juvenil comercial» pueda ser considerado como forma de arte. Esto aunado a una mala reputación de ser el cómplice idiotizador de la televisión o como aparatos de violencia injustificada causantes de problemáticas sociales, situación que han vivido la marihuana, los cómics, las películas y el rock en su momento.
A diferencia de otros medios, los videojuegos llevan en el nombre la penitencia: “JUEGOS”; una palabra que en muchos casos crea una barrera para su aceptación como vehículo del arte, sin embargo, detengámonos a pensar un momento sobre el juego en cualquiera de sus formas.
Los juegos han existido desde hace miles de años y representan una de las formas más antiguas de diseño, comunicación, interacción y expresión humana. Al mismo tiempo, representan las forma más natural del ser humano para aprender a través de la experimentación. Podría decirse que hoy en día nos acercamos cada vez más a la era de la “ludificación”, ya que para enfrentar los retos de la vida diaria cada vez se requiere más de un entendimiento profundo de sistemas complejos; de igual manera los juegos requieren que el usuario se acople a su sistema y entienda las reglas para poder así hablar su lenguaje con otros participantes dentro de un ambiente que es tanto competitivo como colaborativo.
Recordemos la situación del cine en sus inicios, que para muchos fue considerado como una simple atracción de feria que con el paso del tiempo fue desarrollándose hasta que a un grupo de personas se les ocurrió que esa nueva tecnología podría servir para narrar breves historias. Por supuesto no todos recibieron con los brazos abiertos a esta nueva forma de expresión, particularmente los académicos y miembros de la comunidad artística que en el mejor de los casos lo consideraban como un arte menor o híbrido. Y no fue hasta muchos años después con la aparición de grandes exponentes del medio, que el público volteó a ver al cine como un medio de expresión artística de la cual sería ridículo cuestionar su legado.
Ahora volteemos a ver a los videojuegos de nuevo. Probablemente a los aficionados y defensores del medio les sonará familiar la analogía con el cine, y es que resulta irónico que algo que puede conjuntar tantas disciplinas como la plástica, la literatura, la arquitectura, la música y la cinematografía mezcladas en un ambiente interactivo, en su conjunto, no se considere como arte.
Nuestra más prominente fuente de información actual (Wikipedia) define arte como: “Cualquier actividad o producto realizado por el ser humano con una finalidad estética o comunicativa, mediante la cual se expresan ideas, emociones o, en general, una visión del mundo, mediante diversos recursos, como los plásticos, lingüísticos, sonoros o mixtos.” Una definición en la que bien caben los videojuegos, sin embargo es demasiado amplia, sin mencionar que está abierta a interpretaciones y subjetivismos.
El problema con el arte es que siempre ha estado en constante cambio y su definición está sujeta a contextos históricos y sociales, por lo tanto, ha evolucionado en conjunto con la sociedad que la define. Cada vez es más común entrar a un museo o galería y toparse con piezas interactivas, arte electrónico, videojuegos disfrazados de piezas artísticas o piezas basadas o relacionadas de alguna manera con los videojuegos; esto es entendible, dado que los juegos han pasado a formar parte de nuestra herencia cultural y que los artistas que hoy están creando cosas en su mayoría crecieron con ellos.
El hecho de que actualmente grandes instituciones como el Museo Smithsoniano de Arte de Washington o el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) reconozcan a los videojuegos o la inclusión de estos en eventos como la Bienal de Venecia, han constatado su valor artístico dentro de la institución del arte; sin embargo existen posiciones de creadores dentro del mismo medio que abogan por el reconocimiento de éste como un medio independiente más que por su inclusión en la institución artística.
LEE LAS DOS PARTES DE ESTE ARTÍCULO…
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