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Por Asfaltos.
Hace ya casi dos meses que la Casa Blanca publicó un muy interesante análisis sobre la industria de la música en los Estados Unidos. A raíz de ese análisis, que pueden leer aquí de manera completa, me surgió la curiosidad de cuál sería el reto en México para quien desea hacer una carrera en la música. En Reconoce MX hemos puesto especial atención en ello dentro de nuestro espacio Sobre la marcha.
No es ningún secreto el que la masificación de internet ha cambiado para siempre la historia de diversas industrias, entre ellas, la música. Me decía hace tiempo el líder y cantante principal de una famosa agrupación que de haber nacido su proyecto en los 90’s, «ya seríamos millonarios».
De acuerdo a estadísticas del analista económico de la Casa Blanca, Alan Krueger, la industria de la música ha vivido un aumento en el precio del boleto de concierto de 400% desde 1981 a 2012; mucho más de lo que ha significado la inflación que se cuantifica en un 150%. Este interesante aumento tiene una gran explicación, por ejemplo, en el contexto mexicano.
De acuerdo a un estudio publicado por la Confederación de Cámaras Industriales, el 88% de los mexicanos ha consumido productos provenientes de la piratería; esta práctica ha afectado profundamente, sobre todo, a las PyMEs que han visto reducidos sus ingresos entre 50 y 80%. No es secreto que la piratería ha afectado y aumentado su presencia en industrias como la del vestido, el software, las autopartes, y desde luego, la música.
Para dejarlo claro, al copiar una canción de manera digital, lo que le sucede a ésta es que le rebajamos su valor simplemente a cero. Ante ello, y como muestra del análisis de Krueger, el peso de la industria musical se ha volcado de manera importante hacia los conciertos, ya que la experiencia de éstos es única, y por lo mismo, no pirateable. El resultado es que escuchar música se ha vuelto barato y el ir a un concierto se ha convertido en algo caro.
En México la situación es clara. Muy difícilmente a un músico le reditúa económicamente la producción de su disco; mas bien, le sirve como tarjeta de presentación para lo que realmente puede dejarle, que son las presentaciones en vivo. Es por eso que sirven los discos para darse a conocer ante los medios, así como método de promoción frente al público meta.
Hacer música en México significa, antes que nada, tener mucha pasión; la misma que se requiere para levantar un negocio, que al final es lo mismo que hace el músico con su producto. El ser pacientes, pero sobre todo el tener objetivos claros, son parte fundamental de quienes desean darse a conocer y poder ganar dinero con lo que mejor saben hacer.
Evidentemente deben haber factores externos que faciliten al músico su trabajo, como un aumento de la cultura musical a través de la educación, el ofrecer mejores condiciones por parte de quienes producen eventos en vivo, así como un mejor y mayor entendimiento entre quienes dan a conocer a los músicos para romper vicios como la payola o la mordida, entre otras cosas. El ideal, en un mundo ideal (y valga la redundancia), sería que la calidad del músico le abriera o cerrara puertas.
En fin, el tema da para mucho, y me encantaría sumar a músicos, managers, productores, publicistas y sellos discográficos al debate. Si usted, estimado lector, tiene alguna opinión; no deje de hacérmela llegar.
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